Capítulo Cincuenta

30.2K 2.9K 704
                                    

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.



Me dejé llevar.

Desde el momento en el que me armé de valor para besarlo y decidir de ese modo que primaba mi felicidad por encima de todo lo demás, lo hice. Me dediqué a sentir y disfrutar las emociones que provocaba en mí. No pensé en nada que no fuese lo feliz que estaba siendo y lo cómoda que estaba con Sebastian.

Pero una parte de mí, la más racional, intentaba seguir teniendo el control de la situación, por eso mi primera idea era irme después de compartir ese momento, volver a mi habitación, tener distancia para poder pensar de forma fría. De ese modo, la conversación con él sería a la mañana siguiente con calma y, sobre todo, con el tiempo suficiente para poder saber qué decir o haber analizado la situación con frialdad.

Sin embargo, no pude hacerlo. No lo conseguí. Desde el momento en el que me apoyé en su pecho, oyendo los latidos de su corazón y notando cómo me acariciaba con suavidad la espalda, decidí que tenía que disfrutar esas caricias, aprovechando la magia que se había creado entre ambos. No hablamos más, solo compartimos gestos cariñosos e íntimos hasta que me quedé dormida.

—Buenos días, princesa. —La barba de Sebastian rozando mi cuello me hace cosquillas, aunque intento no reírme. Él insiste hasta que empieza a besar esa zona en un intento de despertarme.

—¿En serio? —me río sin abrir los ojos y no me quejo cuando me besa sin que me lo espere. Un buen beso de buenos días—. No es nada de tu estilo decir esa frase, Sebastian. Es demasiado... cursi.

—Al menos no he dicho nada que no sea cierto. Eres una princesa, ¿no?

Niego con la cabeza y abro los ojos para mirarlo. Parece otro. Tiene una sonrisa tan grande que le ilumina todo el rostro y está relajado, feliz.

Así se le ve aún más guapo.

—Creo que nunca vas a aprender que te tienes que dirigir a mí como Alteza —bromeo y me levanto de la cama sin ningún tipo de pudor. Ayer por la noche me había visto desnuda, no sería lógico que me tapase o que fuese tímida—. Debo hablar con mis guardaespaldas, deben estar preocupados...

—Ya he hablado con ellos —me interrumpe—. De hecho lo hice antes de dormirme, podían estar preocupados de que no salieras de la habitación o cualquier otro asunto. Han estado pendientes de tu seguridad en todo momento. De hecho, les pedí que trajesen tu maleta aquí, para que puedas vestirte y asearte con comodidad.

—Para eso tengo mi habitación, Sebastian. —Me coloco la ropa interior y lo miro—. Tenemos que hablar.

—Lo sé —dice con un hilo de voz.

Creo que se piensa que me voy a arrepentir o decirle que he cambiado de opinión. ¿Por qué duda tanto con respecto a mí? Es como si se tratase de otro Sebastian, no tiene la arrogancia que le caracteriza. Le veo tan vulnerable en ese aspecto que no sé si me causa ternura o me genera inseguridad.

La soledad de la coronaWhere stories live. Discover now