Capítulo Siete

46.9K 3.9K 697
                                    

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.



Me giro molesta, porque no sé qué hace aquí. El cantante me mira con esa sonrisa que intenta parecer inocente, como si hubiera sido una casualidad que nos encontrásemos aquí. Esperaba no encontrármelo nunca más, ese era mi idea, no verlo nunca más y que con el tiempo las informaciones que se habían publicado se quedasen en una simple anécdota.

Para no ser maleducada porque tampoco me conviene no tenerlo de mi lado porque quizá decide no apoyar el comunicado, lo saludo haciendo uso de la máxima amabilidad que me sale hacia él, que es escasa.

En el momento en el que se saca las gafas de sol y veo la expresión de sus ojos, sé que, de nuevo, se está intentando divertir a mi costa, sacándome de quicio, justo al igual que ayer. Pero esta vez no voy a darle ese placer, voy a controlar mis emociones.

Aunque me cuesta, porque me habla con demasiada familiaridad, como si nos conociéramos de hace años, como si hubiéramos quedado para venir de compras juntos. Parece que mi manera de mirarlo o mi actitud no le importa, ya que sugiere que me pruebe un conjunto rojo de ropa interior y coquetea conmigo, lo que me desespera aún más.

Ni a Nikolaj le había permitido en todos los años que llevábamos en la vida del otro que me acompañase a este tipo de tiendas o que hiciera este tipo de comentarios sin que yo reaccionase mal. Y Sebastian los hace y no parece dispuesto a disculparse por su indiscreción.

Inhalo y exhalo para controlar mi carácter, me repito mentalmente que si no apoya el comunicado será peor para mí, así que al hablar con el cantante sueno lo más calmada posible. Sin embargo, no estoy muy atenta a lo que me va diciendo o a sus intentos absurdos de entablar una conversación conmigo más allá de lo que acordamos.

—Mi hermana —suspiro cuando doy por hecho que ha sido Freya la que le ha dicho que estábamos aquí. Para no hacer nada fuera de lugar me aparto un mechón de la cara para ganar tiempo para pensar, aunque sean unos segundos—. Eras tú con el que hablaba todo el tiempo. ¿Por qué no me sorprende?

En este momento quiero maldecir con todas mis fuerzas y decirle a Freya que debería controlar sus impulsos y no decirle a su cantante favorito el sitio en el que estábamos porque eso solo me perjudicaría. No sé qué le pasa por la cabeza a mi hermana, es que es absurdo que no haya pensado que esto era una mala idea, conocía tan bien a papá como yo, tenía que saber que cuando volviéramos hablaría conmigo sobre el asunto del cantante y, aun así, le ha dicho que venga. Cuando pueda, porque no es el momento delante del cantante y de las otras personas en la tienda, hablaré con ella y le pediré explicaciones...

Estoy frustrada de ver a Sebastian aquí, porque sé que aunque hayamos pasado desapercibidas por ahora, lo que agradezco, teniendo a Rìgh Bastian en la misma tienda las probabilidades de que alguien nos identifique son mucho más alta. Mejor dicho, que le reconozcan a él, ya que es más famoso en este país que yo y den por hecho que yo soy la rubia de su red social. Además, se le reconoce a la perfección, es alguien que no pasa por alto aunque vaya con gafas de sol, quizá es por su altura, ya que sigue siendo más alto que yo pese a mis altos zapatos de tacón, o por ese cabello color entre cobre y pardo desenfadado que parece que lleve despeinado queriendo, algo que dudo.

La soledad de la coronaWhere stories live. Discover now