Capítulo Cincuenta y Cinco

25.2K 2.4K 299
                                    

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.



—No creo que seamos la primera familia real que se salta ese protocolo —me adelanto a hablar antes de que mi padre lo haga—. Además, estamos suponiendo que van a querer casarse, ¿y si no es así? O al menos no tan rápido —matizo al ver la expresión de mi madre, que me pide que no siga por ese camino.

Sé que estoy yendo por un terreno complicado, pero es que ya sabía que esto supondría un problema para mí y más presión de la que tengo. Noto cómo la mayoría de comensales me miran, por lo que bebo un sorbo de vino y sonrío para disimular y rebajar la tensión, esperando que mi padre diga lo que está pensando.

—Hablaremos de este tema más tarde —sentencia el rey mirándome de reojo, no le ha gustado mi respuesta, qué sorpresa—. No quiero que nuestros invitados se sientan incómodos.

Tan racional como siempre, justo como debería haber actuado yo, callarme lo que pensaba porque no estamos solos.

Decido no darle muchas vueltas al tema, sé que cuando no estén nuestros invitados va a llamarme a su despacho y hablaremos largo y tendido del tema, pero mientras tanto decido hablar con Madeleine para conocerla mejor.

No debe haber sido agradable para ella ni para Kristoff que se hablase de su boda sin que ellos dieran su opinión. Cada pareja era distinta, pero no veía a mi hermano casándose con alguien, por mucho que fuese un encanto, en tan poco tiempo. No llevaban ni un año de relación, no tenían que precipitarse y, sobre todo, ignorar lo que dijeran que tenían que hacer, porque si no...

Es gracioso que vea tan obvio y sencillo la relación de ellos y dude tanto de la que tengo, ¿no debería pensar igual sobre Sebastian? Al pensar en él reprimo una sonrisa, no hace ni un par de días que nos hemos visto y ya lo echo de menos.

Un par de horas después, los marqueses Von Heidenstam se marchan junto a Madeleine, que se despide con una gran sonrisa después de haber intercambiado teléfonos. Me gusta para mi hermano, por lo poco que he podido ver de ella van a complementarse muy bien si llegan a entenderse, tienen muchos aspectos en común.

—¿Qué te ha parecido? —intenta saber Kristoff—. Quiero que seas sincera, Lena. De hecho siempre lo eres, por eso valoro tu opinión.

—Tu hermana te responderá la pregunta más tarde. Acompáñame al despacho, Lena.

Camufla la orden en una sencilla petición. Para no empezar con mal pie lo que sé que será una conversación complicada, asiento y lo sigo sin mostrarme intimidada.

Creo que es de las pocas veces que no estoy nerviosa antes de ir a esa habitación. Quizá es porque esta vez no me hará cambiar de opinión por mucho que lo intente. Así que cuando se sienta al otro lado del escritorio, con la espalda bien erguida y sus ojos azules clavados en mí, no aparto la mirada. Estoy tranquila.

La soledad de la coronaWhere stories live. Discover now