Capítulo Ocho

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Que James esté aquí no es nada bueno. Y menos aún lo que dice. La prensa sabe que estamos aquí y no solo eso, nos ha hecho ya varias fotografías que irán en los portales digitales dentro de poco tiempo, por no hablar de las que estarán en las revistas el día en el que salgan, seguro que somos portada en la gran mayoría.

Siendo sincero, una parte de mí se siente culpable por lo que está pasando, si han descubierto que estamos aquí es por mí, yo llamo mucho más la atención que ella, soy más conocido, al menos en este país. A decir verdad no me esperaba que ocurriese esto, creía que nos encontraríamos, la molestaría un poco, me divertiría con sus reacciones y nadie fuera de nuestro entorno sabría lo que habría ocurrido. Una anécdota entre los dos para allanar más acercamientos míos en el futuro.

Pero no es así y cuando miro de forma disimulada por el escaparate veo que hay varias personas pendientes de nosotros.

Aprieto mi puño derecho con rabia, no me gusta equivocarme, menos aún reconocerlo, pero esta vez lo he hecho. Y al hacerlo he perjudicado mi plan de conquistar a la princesa para llevármela a la cama. No soy tonto, sé que esto va a complicarlo todo aún más de lo que ya de por sí está la situación. Si cuando he querido verla la prensa lo ha sabido, ella no querrá repetirlo. Y yo no soy tan estúpido para caer dos veces en el mismo error.

Estoy a punto de disculparme por lo que está pasando, pero ella me llama acosador.

¡A mí!

Eso me molesta muchísimo, no considero que la haya acosado, ni mucho menos. He respetado sus límites de no tener contacto físico, cuando me hubiera resultado mucho más fácil conquistarla si lo hiciera. Da mucha más confianza alguien que te acaricia mientras te dice palabras bonitas, eso lo he aprendido con el tiempo. Además, en ningún momento me ha dicho de forma directa, no hablo de malas miradas o contestaciones frías, que me fuera que le estaba molestando. Aunque reconozco que quizá me he excedido con ella, pero no estaba ni sigo estando acostumbrado a un rechazo. Lena se está resistiendo a mí y me cuesta aceptarlo. Pese a eso, he intentado acercarme a ella desde el máximo respeto posible.

A cuanto más habla más me doy cuenta de que le importa demasiado la opinión pública y no sé por qué no ha pensado que si, según la versión del comunicado que respalda y no para de mencionar, somos amigos, si dejamos de vernos, resultará sospechoso. Soy conocido por mis aventuras de una noche, si nunca más nos fotografían juntos en algún lugar dará pie a más rumores, a unos que no la dejan bien a ella. O mejor dicho, no la dejan bien de cara a la opinión pública porque aunque sea una princesa tiene derecho a divertirse con quien le apetezca y a tener noches de diversión con alguien si así lo considera. No soy nadie para juzgarla, pero parece que a ella sí le importan este tipo de cosas así que se lo hago saber, no está actuando bien.

— Lo siento. —James como siempre es más rápido que yo a la hora de disculparse—. Sé que esto va a suponer un problema para usted y no era lo que queríamos...

La soledad de la coronaWhere stories live. Discover now