Capítulo Sesenta y Cuatro

21.4K 2.5K 1.1K
                                    

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.



Me quedo quieta, sin moverme, actuando con normalidad. Creo que ni parpadeo mirando a los reyes, a mis padres, que están esperando una explicación.

No seré yo la que hable primero, no voy a correr ese riesgo, prefiero analizar la situación intentando ser lo más racional posible antes de decir algo.

Aunque sé que no podré.

Cuando se trata de algo relacionado con Sebastian no puedo serlo, porque mis emociones me lo impiden.

—¿Qué habéis dicho? —La voz del rey es fuerte y dura. No lo está preguntando, es más una exigencia para que lo repitamos.

—Nada, padre, nada —dice rápidamente Freya—. Era una broma, solo eso.

Debería haber dado la cara yo, pero sigo examinándolos para saber cuáles van a ser sus reacciones. La reina será algo fácil, sé que aunque al principio se oponga, acabará por ceder porque es mi madre. Pero el rey...

Con mi padre lo tendré complicado.

—Quiero escucharlo de tu boca, Lena —ordena—. ¿Era una broma? ¿Estabais bromeando?

Ninguno de los dos cede en la lucha de miradas. Nuestros ojos azules se retan con fuerza, no están dispuestos a dejar ganar al otro, no quieren perder. Sé que él no va a ser el primero que la baje, va a aguantar lo máximo posible para demostrarme que es él el que tiene la autoridad, el que manda. Lo que no sabe es que, desde hace tiempo, la única que manda en mi vida soy yo y mis decisiones son solo mías.

No me va a servir de nada mentir, tampoco quiero hacerlo. Estoy segura de mi relación con Sebastian, me ha costado estarlo, ¿para qué ocultarlo? ¿Para qué retrasar lo que acabará ocurriendo en un futuro?

—No, no es ninguna broma —admito muy seria.

—¿Cómo? —repite, incrédulo. No se cree lo que acabo de decir.

—Me has escuchado bien, padre —espeto con algo de ironía—. Sebastian y yo estamos en una relación, lo que habéis escuchado es cierto.

Noto la mirada de Freya de reojo, está sorprendida por mi valor repentino, se debía creer que lo ocultaría, por eso me había intentado ayudar al principio.

Alzo la cabeza de forma altiva, no ocultándome o sintiéndome avergonzada por lo que he admitido, porque no lo estoy. Esta conversación tenía que llegar tarde o temprano, solo me queda aceptarla y defender lo que siento.

—Lena... —tercia mi madre suavizando el tono. Sabe tan bien como yo que en los ojos del rey hay tanta furia que solo es cuestión de segundos que estalle.

Y lo hace.

—¿Has perdido la cabeza? —estalla a su modo, calmado, sin levantar mucho la voz, porque tampoco le hace falta, sigue sonando igual de autoritario.

La soledad de la coronaWhere stories live. Discover now