Capítulo Cincuenta y Dos

27.5K 2.6K 388
                                    

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.



Ni yo mismo me creo lo que ha ocurrido.

Tengo a Lena dormida a mi lado, o mejor dicho, encima de mi pecho y no puedo dejar de mirarla. Maldición, parezco un acosador, pero es que no puedo evitar observarla, incluso dormida sigue igual de preciosa de lo que es siempre. Eso sí, no tiene esa misma expresión seria y llena de preocupaciones que suele tener, está tan relajada que es casi contagioso.

Acaricio su cabello con suavidad y sonrío al escuchar cómo hace unos ruidos apenas imperceptibles y que no se entienden.

Sigo sin creerme lo que ha pasado.

No me entra en la cabeza que ella sienta lo mismo que yo o parecido, que esté dispuesta a arriesgarse de tal forma. No estaba acostumbrado a eso. A excepción de los Watson, nunca antes me habían elegido a mí sin querer algo a cambio o tener un beneficio.

A Lena no le había importado eso, ella se estaba jugando más que yo y, pese a eso, se había lanzado al vacío conmigo.

Quizá por eso, horas más tarde, cuando ella se despierta y quiere hablar conmigo en un primer momento me asusto. Podía haberse arrepentido, haber sopesado mejor lo que quería y, lo que habíamos tenido, quedarse en una simple anécdota, un punto de inflexión para que ella se alejase.

No es así.

Lo que me pide es solo aclarar cómo van a ser las cosas, lo que deberíamos haber hecho en un primer momento antes de dejarnos llevar. La distancia va a ser algo que va a marcar nuestra relación, porque estamos casi a medio mundo el uno del otro, de forma literal.

No sé cómo voy a saberlo llevar, nunca he tenido una relación tan seria con alguien que me importase tanto y menos aún que estuviese tan lejos. Sin embargo, estoy dispuesto a facilitar las cosas. Tengo una agenda muchísimo más flexible que la de ella y a mí nadie me va a controlar los viajes que haga, a nadie le importa si no estoy en mi casa. Si yo soy el que se tiene que desplazar, lo haré; no supone ningún tipo de problema. Será la primera vez que suba a un avión porque realmente quiero.

Lena agradece mi predisposición y sonríe, ¿por qué lo hace con tan poca frecuencia? No me refiero a las sonrisas que suele usar en todos sus actos o eventos, porque sí, había visto casi todas las fotografías de ella de mi querido amigo Google, pero esta es muy distinta. Se le ilumina el rostro y no hay ni un resquicio del frío que la suele envolver, es tan cálida que solo me apetece hacerla sonreír muchísimas más veces para que esté siempre así.

—James.

Aprovechando que Lena ha ido a su habitación, y antes de que yo vaya con ella, me paso por la habitación de mi amigo para ponerle al corriente de la situación. Se lo debe imaginar, pero quiero ser yo el que se lo confirme. Además, quizá está preocupado. Es extraño para ambos que no hayamos hablado en tanto tiempo, ni por mensaje.

La soledad de la coronaWhere stories live. Discover now