Capítulo Cuarenta y Dos

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Nunca me había molestado el silencio. La mayoría de las veces agradecía esos momentos para no tener que rellenarlos con conversaciones cordiales y preguntas para mostrar un interés que no tenía. Aunque era lo que debía hacer, no podía dejar de ser cortés con la gente que me rodeaba o que conocía por mis funciones de princesa, tenía que guardar las apariencias.

Esta vez es distinto, no me gusta que Sebastian esté tan callado e incluso me siento incómoda, porque sé que si no habla es porque hay algo que le preocupa de verdad. Así que me limito a hablar, aunque sin saber bien qué decir, solo intento ser lo más educada posible y a contarle cosas que en otro momento le harían gracia.

—He venido sin que lo sepa mucha gente —comento mientras estamos en el coche yendo a su hotel—. Creo que solo se lo he dicho a Martha, no tenía ganas de que me siguieran o algo parecido. Me gusta la calma, ya lo sabes.

No contesta y eso me genera inquietud, no es el Sebastian que he conocido durante estos meses, sin contar los que ya lo había notado raro, es como una sombra del que recuerdo y eso hace que me preocupe aún más por él.

¿Qué debe haberle sucedido para que deje de ser quien es? No sé si es que no quiere ocultarlo, o que empiezo a conocerlo, pero su rostro refleja su estado de ánimo. Está mal y ya no hay esa picardía tan suya en sus ojos.

El equipo de seguridad que llevamos los dos nos indica lo que debemos hacer para no llamar la atención de la gente que hay en el hotel, para así no provocar rumores injustificados y hacemos lo que nos dicen sin hablar. No necesitaba un conflicto más con mi padre, porque eso sería darle un punto de victoria.

Soy directa cuando le pregunto qué le pasa, girándome para poder mirarlo frente a frente. Al entrar en la habitación en lo primero que me he fijado es en las dos botellas vacías encima de una de las mesitas de café que hay.

No es que me sorprenda, le he visto beber más de una vez, ya sea cuando nos vimos en su concierto de Londres, o por las videollamadas que nos mantenían en contacto. Debe ser su manera de afrontar los problemas, o quizá es que le gusta beber, mi padre solía beber una o dos copas de vino al día sin razón alguna. Sea como sea, tampoco es que le vea que esté más desaliñado de lo habitual ni su aliento huele a alcohol, lo más probable es que solo beba porque le gusta hacerlo, no creo que James no pusiera medios si la situación empeorase.

Sebastian duda, no está muy convencido de contarme lo que le sucede así que le recuerdo que somos amigos, que estamos para ese tipo de cosas. Desde que le noté diferente le he dado el espacio que a mí me dio en su momento cuando me preguntó si estaba bien, porque sabía que era lo que necesitaba. Pero mientras que yo he sabido guardármelo solo para mí, dejando que mis problemas solo sean míos y que nadie supiera lo que me ocurría, él ha hecho lo contrario, o al menos es lo que yo percibo.

La soledad de la coronaWhere stories live. Discover now