Capítulo Setenta y Cinco

22.3K 2.3K 395
                                    

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.



No sé cuánto tiempo pasa, pero tengo la canción en bucle. Cada vez que acaba la vuelvo a poner sin saber la razón, haciendo que la voz de Sebastian me transporte a otro lugar, a uno lejos del que me encuentro.

Acabo por aprendérmela de memoria, me sé cada una de las frases que hay en ella, y cada vez pienso más que esta ha sido la forma que ha tenido él de expresar sus sentimientos, de no guardárselos para sí mismo y no explotar.

Sin quererlo, a cuanto más escucho, más pienso en Sebastian y en los momentos que hemos vivido juntos, no solo los de pareja, también aquellos cuando solo éramos amigos y nos contábamos cómo había ido el día, él me molestaba y yo acababa por colgarle.

Los echo de menos, al igual que lo echo de menos a él, pero no es el momento de pensar en ello. No puedo pensar en Sebastian.

Aunque acabo por hacerlo más de lo que quiero durante los siguientes días.

Su canción sigue metida en mi cabeza y por mucho que esté ocupada con actos oficiales y otras funciones de princesa, no se va, al igual que las frases más significativas de la misma.

Quizá por eso dejo de mandarle mensajes con fotografías y videos de Snö, porque necesito tiempo para mí misma.

No puedo seguir pensando en él ni en su canción, no puedo permitírmelo. Hacerlo solo me provoca sensaciones que no me gustan, no quiero sentirme débil, tengo que sobreponerme y ser más fuerte que ello.

Hundirme porque una relación no ha funcionado no es algo que me caracterice, no puedo dejar que ocurra. Tampoco puedo mostrar un aspecto distinto, si empiezo a tener otras actitudes o a estar triste de cara al público solo generaré unos rumores que provocarán más tensión con mi familia y noticias infundadas que no necesito por el momento.

A medida que se acerca la boda de Harry y Meghan empiezo a hablar con diseñadores suecos para que me hagan un vestido a medida y que sigan las normas de protocolo del evento. Al final, acabo por hacer caso a mi madre y mi equipo se pone en contacto con Ida Sjöstedt.

Como no quiero recibir a nadie en la casa en la que estoy, la de Sebastian, porque es mi refugio y aunque estoy buscando otro sitio para quedarme no quiero que nadie extraño sepa dónde estoy viviendo.

De nuevo le hago caso a lo que me dice la reina, decido que todas las pruebas de medidas del vestido sean en palacio, así aprovecho para hablar con Kristoff y con mi madre, que cada vez se la ve más contenta con la idea de que esté con Sebastian o es lo que cree ella.

Es como si Sebastian en esa cena hubiese pasado la prueba de mi madre y ahora estuviese encantada con ello.

—Estás preciosa, cariño —dice y sonríe con sinceridad—. Ese color te sienta muy bien con la piel, pero el sombrero no me acaba de gustar. Es una lástima que tengas que ir con él sí o sí, una tiara te quedaría mucho mejor.

La soledad de la coronaWhere stories live. Discover now