Capítulo Sesenta y Uno

26.2K 2.5K 347
                                    

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.



No voy a reconocer en voz alta que estoy nerviosa y menos a Kristoff, que no para de recordarme cada poco tiempo lo que sucederá en breve, los motivos por los que lo estoy.

No es que lo esté por nada en especial, es más por la visita de Sebastian. Tengo muchas ganas de verlo y no sé cómo afrontar eso. Me siento extraña, como una adolescente que está experimentado por primera vez todas esas emociones. Soy libre y me siento del mismo modo, no me arrepiento de haber decidido arriesgarme con él.

Además, soy feliz y quiero seguir siéndolo.

Pese a eso, sé que cuando Sebastian y yo nos veamos tendremos que hablar de las declaraciones de su madre, no es algo que podamos obviar. Quiero escuchar su versión, que me explique lo que quiera, lo que se sienta preparado para verbalizar. Dependiendo de sus reacciones o lo que me cuente, sabré si confía en mí para que lo apoye en estos momentos.

Es una situación complicada, no sé cómo hubiera reaccionado en su lugar, ni siquiera sé si se lo hubiera dicho a él, pero ahora estamos juntos, somos una pareja y la sinceridad es lo más importante.

No obstante, siento que estoy siendo hipócrita. No le he contado mis mayores miedos ni mis inseguridades, sabe cosas de mí que poca gente sabe eso sí, pero poco más, tampoco puedo exigirle que sea totalmente honesto conmigo si yo no lo soy con él.

Para mi suerte, Martha vuelve de su viaje en el momento preciso para distraerme hasta que Sebastian llegue. Escuchar sus múltiples anécdotas en otros países me sirve para pensar de forma constante en la conversación que debo tener.

—Lena. —Kristoff entra en mi habitación después de dar un golpe en la puerta con educación para hacerme saber que está aquí. Al ver que no digo nada, cierra la puerta y se sienta lo más cerca de mí que puede—. Ya lo tengo todo planeado.

—¿Para qué? —pregunto sin dejar de leer los informes que me había pasado mi secretario sobre unos actos futuros.

—Para la visita de mi cuñado —sonríe—. Te dije que te ayudaría en todo lo relacionado con eso. Si viene con el mismo que la otra vez tendré que entretenerlo, ¿no?

—Sabes bien cómo se llama —murmuro negando con la cabeza—. Y sí, Sebastian y yo tenemos que hablar a solas.

—Ahora se le dice hablar —se ríe durante unos segundos y al ver que yo no lo hago, deja de hacerlo y suspira—. Estaba bromeando, no hace falta que me mires así. Llevaré a James a hacer turismo o lo que se me ocurra, tendrás todo el tiempo que quieras y necesites.

—Gracias.

El día en el que Sebastian llega a Estocolmo hace buen tiempo, o lo que se puede considerar como tal para el momento del año en el que estamos. Las primeras nevadas no tardarán mucho en llegar, incluso se podría decir que hace algo de calor. Salir de casa es fácil, Kristoff se había encargado de anunciar como si nada en las comidas y las cenas con nuestros padres que tendríamos un día de hermanos hoy y que lo más probable es que durante los días posteriores también estuviéramos ocupados, por lo que no nos piden explicaciones.

La soledad de la coronaWhere stories live. Discover now