Capítulo 2

2.7K 198 54
                                    

Entre las personas más prodigiosas del mundo, para mi estaba Ludwig van Beethoven y su impresionante habilidad para componer obras majestuosas.

— Aquí está la partitura, deben ensayarla cuanto antes, por que pronto nos presentaremos en un importante teatro —Ludwig dio las partituras a su cuarteto de cuerdas.

— Maestro, disculpe pero esto es imposible de tocar al menos en violín— Dijo uno de ellos.

— No tengo la culpa de tener un violinista tan mediocre.

La música de Beethoven siempre había sido excepcional y fantástica ¿Quién no sentiría miedo de fallar frente a cientos de personas al interpretar una canción de él?

A veces las limitaciones nos la ponemos nosotros mismos.

Al término de la escuela decidí pasar tiempo fuera del conservatorio de música. Ese era el lugar en donde los prospectos a nuevos artistas practicaban arduamente, solo las personas prodigiosas tenían el honor de tocar en ese escenario. Mientras me sentaba en un escalón, pude escuchar a dos personas tocar la sonata para violonchelo y piano nº3 de Beethoven.

Fue perfecto, tocaban espectacular y toda la canción salió limpia y sin falla, se notaba que habían ensayado mucho para lograr tan magnifica presentación. Deseé en mi interior poder tocar algún día así de hermoso.

De momento cerré mis ojos y podía obsérvalo tocando el piano al lado de sus estudiantes. Ludwig tocaba tranquilamente para no opacar el sonido del violonchelo. La melodía parecía ser tocada por dedos de mismísimos ángeles.

Cuando la sonata termino todos aplaudieron y alabaron al compositor, el hombre que revolucionó la música clásica con canciones que entran por los oídos y se alojan en el corazón. Canciones fuertes y con gracia.

Con las sonatas de Ludwig me sentía acobijada en un mar de comprensión. Los bajos del violonchelo eran mis decepciones, y los agudos la poca esperanza que aún me quedaba de cumplir mi sueño.

Nuevamente cerré mis ojos y movía mis dedos al compás de aquella hermosa canción, me imaginaba tocando el piano frente a cientos de personas, yo solo gozaba aquella interpretación.

Cuando aquella sonata termino, pude escuchar el ruido de los coches y la gente murmurar sobre una chica afuera del conservatorio volviéndose loca. Entonces un chico y una chica salieron de aquella puerta.

— ¡Estuviste fantástico! El violonchelo y tú son como uno solo —Felicitó al chico.

— Gracias, me esforce mucho —Dijo él

¡Qué afortunados eran!
Después de unos minutos decidí continuar con mi recorrido y dirigirme a una tienda de música. Al llegar observé los instrumentos en especial los pianos y teclados, los mejores y más completos eran muy costosos. Tenía tantas ganas de tomar uno y salir corriendo hasta mi casa, pero no soy tan ágil y quizás me atraparían antes de salir.

Casi al salir de la tienda mire a un chico que estaba escogiendo un disco en la sección de rock y metal. Su apariencia era encantadora para mí, era alto, de cabello negro y ojos color azul. Noté que en su brazo tenía tatuada una nota musical y el logo de "Guns N'Roses". De pronto él me miró y salí enseguida de la tienda con mi cara sonrojada.

¡Qué chico tan guapo!

La que sueña con BeethovenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora