Capítulo 47

199 37 12
                                    

Al llegar a casa subí rápido a mi habitación, encendí mi reproductor de música y el rock lleno mi mente de muchos pensamientos.

- Elisa ¿Qué es ese escándalo?- Pregunto mi abuela al entrar a la habitación y bajar la música.
- Nada abuela.
- Enseñame el anillo- Dijo.
- ¿Tú sabías?- Pregunté confundida.
- Claro, Erick vino a pedirme tu mano antes.
- ¿Por qué no me dijiste nada?
- Era una sorpresa ¡Que bonito y grande es!- Dijo mi abuela mientras miraba el anillo- Debió haber costado una fortuna.
- Eso creo, espero que no me arranquen el dedo- Bromee.
- Ahora eres una mujer comprometida, debemos comenzar a hacer los planes de la boda.
- ¿No es muy pronto? Apenas me lo propuso, no es que me vaya a casa mañana.
- Lo sé, mi niña, pero no querrás esperar mucho tiempo ¿O sí?
- No...- Mentí.
- Hace unos días pase por una tienda en donde vendían vestidos de novia preciosos, todos eran de una prestigiosa diseñadora, estoy segura de que alguno te gustará.
- Los vestidos de diseñador son muy caros.
- Entre más caro mejor, además eso lo tiene que pagar el novio- Rió.
- No quiero hablar de eso ahora, mañana debo ir a trabajar así que dormiré temprano abuela.
- Está bien, mi niña, descansa- Beso mi frente y se retiró.

Dinero, dinero, dinero. Eso era todo lo que le importaba a mi abuela.

Me levanté de la cama para desmaquillarme, pero me detuve a contemplarme frente al espejo.

La persona que miraba en el espejo era casi perfecta, solo faltaba una sonrisa sincera en su rostro.

- Esa no eres tú- Escuché una voz.

Quizás tenía razón, esos labios comprados no eran míos, ni tampoco el cabello ni los pechos.

Al día siguiente fui a trabajar como siempre, pero de camino a la escuela me preguntaba ¿Cómo habría sido tocar con la filarmónica de Londres en vez de dar clases aquí?

- Hola- Me saludo Abril.
- Hola, amiga- La abracé.
- ¿Cómo estás? Te noto extraña.
- Pues...- Le enseñé mi dedo.
- No puede ser ¡Erick te propuso matrimonio!- Gritó.
- Así es amiga.
- ¿No estás feliz?
- Sí, pero me asusta la idea de casarme con él- Confesé.
- Deberías contárselo.
- No soy tan valiente- Dije cabizbaja.
- Junta las fuerzas necesarias, sé que podras- Me abrazo.
- ¿Qué tal tu fin de semana?- Pregunté.
- Fantástico, recibí un mail de Ryan diciendo que está de vuelta- Dijo y mi corazón se aceleró.
- ¿En serio?- Dije indiferente tratando de ocultar mi emoción.
- Sí ¿No es genial? Muero por verlo.
- ¿Habrá cambiado mucho?- Pregunté.
- No lo sé, supongo que sí, han pasado 6 años.
- 6 años...
- Tú haz cambiado muchísimo en este tiempo- Dijo.
- Sí, pero él me conoció como una niña, es obvio que he cambiado.
- Tienes razón.
- Hola mi amor- Me saludo Erick al llegar a la escuela- Que bonita te ves hoy.
- Hola- Lo besé.
- Bien, ya entraré al salón- Abril se retiró.
- ¿Cómo estás, mi prometida?- Preguntó.
- Muy bien, pero quiero decirte algo- Dije seriamente.
- Sí claro, dime ¿Qué pasa?
- Bueno...

Quería decirle que no lo amaba, qué sería un grave error casarme con él, pero las palabras que buscaba nunca salieron, no tuve el valor de enfrentarlo.

- Bueno, mi abuela esta muy feliz de que nos hallamos comprometido.
- Lo sé, le pedí tu mano antes y ella dijo que aprobaba nuestra relación.
- Sí, así es- Sonreí- Bueno, iré a dar mi primera clase, nos vemos para comer juntos- Nos despedimos con un beso.

En clase estaba muy distraída, además de que los niños a veces me sacaban de quicio, creo que lo mío no era enseñar.

- Pablito, tienes que poner tu dedo aquí.
- ¡Pero no puedo!- Respondió llorando.
- Sí puedes- Intenté animarlo.
- No puedo, es muy difícil.
- Si quieres aprender a tocar el piano debes saber que no será fácil, necesitas esforzarte mucho pero créeme que vale la pena.

Todos mis alumnos eran niños de entre 5 y 10 años, sus padres pagaban la escuela para que en un futuro fueran grandes pianistas y triunfarán en el mundo de la música.

Al terminar las clases salí al estacionamiento a dejar algunas cosas en mi auto, mire a Abril quién estaba con un chico, al acercarme note que su rostro era conocido para mí, fue entonces cuando esos ojos azules voltearon a mirarme, miles y miles de mariposas revoloteaban en mi estómago.

- Ryan- Susurré.

Sus ojos dejaron de mirarme y yo subí al auto y huí de ahí.

La que sueña con BeethovenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora