Capítulo 3

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Al llegar el fin de semana toda mi familia iría a visitar a mi abuela.
Mi querda abuela, una mujer buena y muy hermosa, vivíamos muy lejos de ella por eso nuestras visitas a su casa no eran muy constantes así que me emocionaba el hecho de volver a verla y abrazarla.

Durante el trayecto encendí mi reproductor de música y escuche algunas sonatas de Mozart, concluyendo con la tan famosa "Eine kleine nachmusic"

— Otra vez estas escuchando esa música aburrida, Elisa. No entiendo como pueden gustarte esas canciones— Mi mamá me miró con cara de desagrado.
— Son melodías muy bonitas, me hacen sentir relajada —Me defendí.
— La música clasica es muy buena, además de que ayuda al cerebro de los niños para que sean más inteligentes, no creo que le haga mal que la escuche —Dijo mi papá quien estaba concentrado mirando la carretera.
— No sé, a mi sé me hace muy aburrida —Respondió mi mamá.
— Pero a Elisa le gusta, déjala que escuche lo que ella quiera.
— Gracias, papá —Dije y volví a ponerme los auriculares.

Ahora sonaba el tercer movimiento de "Tempest" una preciosa sonata De Beethoven.

Subí el volumen y movía mis dedos al ritmo de esa preciosa canción, poco a poco mi mente recreo una escena:

Yo estaba tocando esa sonata en un cuarto cuando alguien me toco la espalda.

— Lo estas haciendo muy bien, Elisa - Me halagó Ludwig
— Todo es gracias a usted, maestro. - Le agradecí.
— Tocas muy bien el piano, tus dedos se ven hermosos en este instrumento, Elisa.

— ¡Elisa! ¿No escuchas? Ya llegamos - Grito mi madre sacándome de esa fantasía.
— Disculpa.
— No regañes a la niña, es normal que sea distraída, a los 12 años todos somos distraidos- Mi padre me defendió.

Baje del auto y toque el timbre de esa gran casa. Mi abuelo era extranjero, cuando vino al país por primera vez, se enamoró de una bella señorita que lo atendió en una cafetería y al paso del tiempo y de varios encuentros, se hicieron pareja. Mi abuelo tuvo que regresar a su nación, pero siguieron en contacto por medio de cartas. Cuando por fin él vino a pedir su mano, sus padres se opusieron, pero eso no impidió que se casaran y se fueran de allí. Iniciaron su vida juntos en una gran casa junto a un río. La residencia contaba con tres niveles, un gran jardín y un inmenso patio donde había un perro, un akita negro.
Cualquiera que observará aquella casa diría que mi abuela era millonaria, quizás eso solo tenga un poco de verdad. Lo cierto es que mi abuelo trabajo muy duro para darle a ella todos los lujos que se pudiera.

Observé a mi abuela venir a abrirnos, llevaba el cabello corto y esponjado, este era todo de color gris. También llevaba unos grandes pendientes de oro y un gran collar de piedras preciosas. Sus prendas se veían de alta calidad, era una mujer muy elegante.

— Elisa - Me saludo y me abrazo cuando por fin abrió la puerta. — ¿Como has estado?
— Muy bien abuela Eleonora -Respondí.
— Me alegra, que bueno que me hayan venido a visitar - Me dijo y saludo a mis padres.

Cuando por fin entramos a la casa, nos dirigimos a una gran sala de estar y lo primero que observé fue un gran piano brillante que allí se encontraba.

Nos sentamos en un sofá y mi abuela comenzó a platicar varias cosas a las cuales no preste atención, lo único que quería era tocar ese precioso instrumento.

— Vamos a comer -Dijo ella y nos dirigimos al comedor.

Yo no quería comer, yo quería tocar ese piano.

La que sueña con BeethovenWhere stories live. Discover now