Capítulo 94

107 20 35
                                    

Al siguiente día Elizabeth y yo fuimos a la escuela de música donde Elisa daba clases a niños.

- Tu madre daba clases de piano aquí a niños pequeños, ella odiaba hacerlo, no era su sueño.
- ¿Entonces porqué lo hacía?- Preguntó.
- Por resignación, cuando crecemos a veces olvidamos nuestros sueños y los ponemos en un segundo término,  creo que así pasó con tu madre, pero lo mejor es que ella lo dejo y siguió con su sueño.
- ¿Y aquí la viste?
- Sí, cuando regrese de Alemania aquí la ví y ella salió huyendo con su auto, ella no quería verme.

Sí ella se había resignado a estar con Erick mientras que a mí me había dejado en un segundo lugar.

Después de esa parada viajamos en mi auto a la ciudad vecina, a la antigua casa de Elisa.

Por fuera se miraba ya muy deteriorada, había estado abandonada por más de una década.

- Toma las llaves, abre la puerta- Le pedí a Elizabeth.
- ¿Aquí vivió mamá?- Preguntó.
- Aquí paso su infancia prácticamente- Le explique.
- Está muy fea esta casa, papá, no me imagino viviendo aquí, me daría mucho miedo.
- Está descuidada, es un hogar humilde, pero se siente acogedor.
- No, es aterrador- Dijo.
- Aquí ocurrió mi primer beso con tu madre, ella me ayudó mucho cuando volví. Yo no tenía dinero, de hecho mi familia estaba en bancarrota, con lo poco que junte en el extranjero, me alcanzo para abrir un pequeño puesto de comida rápida y ¿Sabes? Tu madre nunca me trató diferentes, ella fue muy linda conmigo aunque no tenía dinero- Le explique.
- ¿Te trato igual? Yo no puedo imaginarme besándome con un vendedor de comida rápida- Elizabeth hizo una mueca.
- Cuando el amor llega no importa la clase social, créeme- Sonreí.
- Me alegra que mi madre te hizo caso aunque no tuvieras dinero, ella tenía un gran corazón, sinceramente yo no lo haría... Y ahora veo que soy tan diferente a mi mamá.
- Con esta historia que te estoy contando espero que la conozcas más y aprendas de ella. Ella tenía un corazón enorme, perdono a todos los que le hicieron daño, era fantástica.
- ¿Y qué pasó después? Se besaron y se hicieron novios ¿No?- Pregunto curiosa.
- No exactamente... Veras... Tu madre estaba comprometida con otro nombre incluso llegó al altar con él, sin embargo de último momento decidió que quería estar conmigo- Sonreí.

Claro, no podía decirle a Elizabeth que Erick le había sigo infiel a Elisa con Antonella, su propia madre.

- Que linda historia de amor- Elizabeth sonrió.
- Después de eso Elisa se fue a vivir conmigo y yo le pagué su vuelo y estancia en Londres para que pudiera cumplir su sueño, ella se unió a una orquesta muy importante y viajo por el mundo haciendo lo que más amaba, tocar el piano. Por mi parte comencé mi negocio, abrí mi primera pastelería y me comenzó a ir muy bien. Cuando tu madre volvió yo tenía una casa preparada para ella, para que pudiéramos vivir nuestro amor y entonces...- Hice una breve pausa- Entonces llegaste tú a nuestras vidas y puedo decirte que desde el primer momento ella y yo te amamos.
- Me habría gustado conocerla- Dijo cabizbaja.
- La vida no es como la planeamos mi pequeña, ella también habría querido conocerte- La abrace.

Sí, la vida era tan impredecible.

Al llegar al hotel y después de cenar, nos acostamos a dormir ya que al siguiente día tendríamos que viajar de regreso a casa.

~

- Te amo mi querida Elisa- Dije.
- Yo te amo más- Elisa sonrió y cerró los ojos.
- Mi amor ¿Mi amor?- Pregunté.

De pronto las máquinas comenzaron a sonar fuertemente y Elisa comenzó a convulsionar. El doctor y varias enfermeras entraron rápidamente a la habitación.

- Señor no puede estar aquí- Me dijo una enfermera.
- ¡Salvenla, por favor!- Grité.
- ¡Salga de aquí!- Un médico me saco de la habitación.

Me sentía desesperado, no sabía que estaba pasando con Elisa, solo deseaba que se salvará.

Los segundos pasaban lentamente, parecía que había pasado una eternidad sin embargo no era así.

Isabel, Rebeca y Efraín intentaron calmarme pero era imposible hacerlo. Me dolía tanto ver a Elisa en ese estado.

- ¿Familia de Elisa Montiel?- Pregunto él doctor.
- Si, dígame cómo está Elisa- Le rogué.
- Ella está mejor, la daremos de alta para que puedan ir a casa los tres, felicidades por su hermosa hija- Sonrió.
- ¿Puedo pasar a ver a Elisa?
- Sí, pasé.

Mire a mi amada, ella estaba recostada mirando a Elizabeth.

- Mi amor... Me asusté tanto, pero me alegra que estés bien- Sonreí.
- Lamento haberte asustado, pero aquí estamos juntos los tres, seremos la familia perfecta- Dijo feliz.
- Muero de ansias por estar en casa con mis dos mujeres- Respondí.
- Hablando de eso ¿Qué pasará con Isabel? Ella no tiene a donde ir y sabes que me ha cuidado muy bien todo este tiempo.
- ¡Ay Elisa! Tú siempre preocupándote por los demás, no te preocupes la ayudaremos, le daré trabajo en alguna de mis pastelerías y podrá salir adelante, así que no te aflijas- Le dije.

Dieron a Elisa de alta y pudimos llegar a nuestro hogar con nuestra pequeña Elizabeth. Cuando llegamos encontramos una nota de Isabel quién le agradecía a Elisa por su hospitalidad y cariño, ella se había ido y aunque esto entristeció a mi amada, no podía pensar mucho en ello ya que estábamos ocupados con nuestra bebé.

Colocarla en su cuna fue algo especial. Habíamos preparado con mucho amor aquella habitación para nuestra niña y ahora le estábamos dando un uso.

- Mi Elisa, te voy a cuidar como tú lo haces por mí, cuídaré mucho a ambas ya que ustedes son lo más valioso que la vida me ha dado.
- Te amo Ryan, ahora somos la familia que tanto deseábamos y estoy tan feliz.

Sí, éramos felices.

Me recosté junto a ella para dormir, se acomodó en mi brazo y después de repartirme algunos besos nos quedamos dormidos. Sí era perfecto.

- Ryan- Elisa me despertó al amanecer.
- ¿Qué?- Pregunté.
- Ya tienes que irte- Dijo.
- ¿A donde? ¿Donde esta Elizabeth?- Pregunté preocupado.
- Ella está durmiendo a tu lado- Respondió- Ya tienes que despertar Ryan, tienes que ir a casa.
- Pero estoy en casa...
- Tienes que ir a tu casa con Isabel, tus hijos te extrañan- Me miró con su rostro triste.
- Pero yo quiero quedarme aquí contigo- Le rogué.
- No puedes, ellos te necesitan mi amor, te prometo que volveremos a vernos.
- Elisa, no me hagas esto ¡Yo te amo a ti! ¡No ha pasado ni un día en el que yo no haya pensado en ti!- Le confesé.
- Ryan ¡Despierta!

Desperté y miré confundido el techo de la habitación. Elizabeth estaba en la cama durmiendo mientras yo me secaba mis lágrimas.

La que sueña con BeethovenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora