«Dos almas condenadas, a no amar ni ser, deben conocerse para romper su maldición».
Desde niña Sybilla ha sabido de la existencia de los dioses griegos. ¿Cómo? Su madre hizo un trato con uno, el más temido, Hades, señor del Inframundo, cuando ella...
«Dos almas condenadas, a no amar ni ser, deben conocerse para romper su maldición».
Desde niña Sybilla ha sabido de la existencia de los dioses griegos. ¿Cómo? Su madre hizo un trato con uno, el más temido, Hades, señor del Inframundo, cuando ella era solo una niña.
Ese hecho le dejó una gran lección: nunca hagas tratos con dioses. Pero quién podría resistirse si es mismísima Afrodita quien se aparece en tu puerta a ofrecerte lo que más quieres.
Un trato con condiciones, por supuesto.
La experiencia de Adrian con los dioses tampoco ha sido de las mejores. Obligado a trabajar para ellos y condenado por el infortunio de sus ancestros, lo mejor que puede hacer es resignarse a su destino y esperar que éste no se vuelva más desgraciado.
Sin embargo, ¿a quién le importan las maldiciones? conquistar a una chica debería ser tarea fácil si tienes al dios del amor de tu parte. ¿O no?
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