«Dos almas condenadas, a no amar ni ser, deben conocerse para romper su maldición».
Desde niña Sybilla ha sabido de la existencia de los dioses griegos. ¿Cómo? Su madre hizo un trato con uno, el más temido, Hades, señor del Inframundo, cuando ella...
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Ese día tenía un plan. Al final de todas mis anotación sobre la luna había puesto un par de notas sobre Orion. Estaba decidida a llamar la atención de la diosa, aunque esperaba que no se enojara demasiado por su atrevimiento.
Estaba lista para gritar: "¡AFRODITA, SÁLVAME!", si las cosas se salían demasiado de control.
Mi corazón latió con fuerza mientras ella pasaba sus manos por mis apuntes, y se detuvo justo cuando ella reparó en las notas sobre Orion.
—¿Qué es esto?
Me incliné a mirar lo que ella me estaba indicando, y fingí absoluta sorpresa, como si yo no los hubiera puesto ahí deliberadamente.
—Estuve leyendo sobre el mito de Orion hace unos días, y creo que se desordenaron mis notas —dije, aparentando confusión.
Artemisa me examinó duramente.
—Primero, si vas a mentir por lo menos hazlo bien —espetó—. Segundo, no es el "mito de Orion". —Hizo el gesto de comillas en el aire—. Es solo Orion. Ahora dime, ¿qué te causa tanta intriga?
Rasqué mi cabeza.
—Bueno, es verdad que investigué sobre él y me llamó la atención que hubieran tantas historias dispares sobre lo que le ocurrió —dije.
—¿Acaso crees que la historia siempre se cuenta igual? La conquista no fue lo mismo para los españoles que para los indígenas, querida, y han pasado muchos siglos desde entonces —expuso.
Tomé aire.
—Entonces, ¿no hay una versión correcta?
—Todas las versiones son correctas y ninguna lo es a la vez —replicó, con fiereza.
Asentí, como si entendiera.
—También quería saber... —Dudé—. Bueno, conocí a alguien, pero su historia no figura en ningún texto. Él dice que es heredero de Hefesto, no encontré su mito ni la historia de su familia, pero puedo asegurar que sus palabras son ciertas.
—Eso es porque lo que le sucedió hace poco, algo más que un siglo atrás será —explicó. Me sorprendió la naturalidad con la que hablaba, pues quería decir que conocía de quién le estaba hablando—. Ustedes, los humanos, han escrito mucho sobre los dioses a lo largo de su existencia, nos han llamado por muchos nombres, nos han vuelto uno y varios a la vez, han quemado los escritos de otros, han publicado algunos, han venerado a ciertos escritores y a otros los han ignorado. No podría decirte si existe una versión actualizada de nuestra historia, lo que ha sucedido con el paso del tiempo, pero quienes lo han intentado, no tienen intenciones de publicarlo. La mayoría de los humanos que tiene contacto con nosotros prefiere ocultarlo.
Me tomé un minuto para digerir lo que me estaba diciendo.
—Creo que mi madre hizo un trato con uno de ustedes, pero se arrepintió —expuse.
