Capítulo 38

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Orion, el cazador

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Orion, el cazador.

"Existen muchas versiones sobre su mito, algunos aseguran que era el favorito de Artemisa y Apolo, celoso de su hermana, la desafió a darle con una de sus flechas a un objetivo que sobresalía en el mar.  La diosa, orgullosa de sus habilidades, acertó en el blanco, pero más tarde descubrió la fatal verdad, su hermano la había engañado y víctima de la mentira, asesinó a su amado.  Pará enmendar su error, subió a Orion al cielo, donde se puede ver su constelación, en constante rotación con la del escorpión".

Revisé mi libro de astronomía y ciertamente, la constelación de Orion era tan brillante que podía verse en ambos hemisferios, lo que por cierto la había hecho muy famosa.

Y cuando no se podía ver en el norte, se distinguía el escorpión, durante el verano, al igual que en el sur, durante el invierno.

Pero más abajo, habían muchas otras posibles historias que explicaban el fin de Orion, desde el gigante desafiando a Gea y recibiendo su castigo, hasta que intentó violar a Artemisa y ella se encargó de él, para siempre.

Historias bastante dispares, como muchos otros relatos griegos, aún así, con elementos en común y una conexión con la realidad.

Mientras pensaba, escuché golpes en mi puerta.

—¿Quién es? —pregunté, sin dejar de leer.

—Soy yo —anunció Elías, sin abrir—.  ¿Puedo pasar?

—No —respondí a secas.

—¿Qué haces?

Busqué paciencia en el techo.

—No te importa —espeté.

Guardé mis apuntes, tomé el reloj que Afrodita me había dado, y luego de convertirme en Sabrina, escogí un nuevo out fit para salir.

—¿Dónde vas? —preguntó mi hermano, cuando me vio.

—Donde crees —bufé, pasando de él.

Salí de casa, y un convertible rojo me esperaba a la salida.  Dentro de él, una preciosa mujer me sonreía y me hizo señas para que me sentara.

No me quedaba otra.

Entré al auto y enfrenté sus preguntas.

—¿Qué sabes del trato que Eros hizo con tu hermano? —preguntó.

—No mucho —dije—.  Al parecer la contraprestación es Max.

Ella asintió y encendió el motor.

—Lo suponía.  Mi hijo quiere arruinar mis planes, ¿sabes? —inquirió.

—Sí.

—¿En serio?

—Max es tu oferta, si Elías lo arruina, ¿qué te queda? —interrogué.

Afrodita sonrió.

El deseo de AfroditaWhere stories live. Discover now