Capítulo 73

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*Lo siento, no sé por qué wattpad se ha puesto tan mañoso con los gifs* :(

La vida es cómica. No de una manera agradable, sino más bien del tipo en que todos somos perfectamente conscientes de que el reloj corre en nuestra contra, y que podría detenerse incluso en el momento menos esperado, pero a veces te da una fecha, una extraña y poco reconfortante certeza de que pronto será el día. Entonces la pregunta de, ¿qué harías si este fuera el último día de tu vida? Cobra un nuevo sentido.

Y es aún más curioso que, luego de semejante noticia, además te lance otro par de verdades impactantes, porque después de todo nada puede ser más chocante que saber que morirás, es decir, ¿una hermana perdida de la cual no tenías idea? ¿Que tu madre tuvo una aventura con el dios griego de la medicina y que aún así no logró librarse de su trágico destino? ¡Tonterías! Todo son tonterías, porque no tienes tiempo para asimilarlo y reponerte. Ojalá solo lo tomes como viene, porque pronto te irás, ¿y qué más da?

Sostuve la última carta escrita por mi madre, y por primera vez no sentí que se trataban de las últimas palabras de una loca con alucinaciones, sino fue como tener en mis manos los secretos del universo.

Mis oídos detectaron el inconfundible sonido de una moto deteniéndose afuera de mi casa, y estuve a punto de meter el sobre de vuelta en su sitio, pero me detuve por un segundo, y en su lugar, lo metí en mi bolsillo.

Adrian se detuvo fuera del hospital sin decir una sola palabra. Él era silencioso por naturaleza, y no era precisamente conocido por su buen humor, aún así, algo había cambiado en él. Era un chico acostumbrado a hacerle frente a la voluntad de los dioses, pero últimamente había escogido actuar como si no existieran.

Salvo por las contadas ocasiones en que no le quedaba de otra, como esta en particular.

Apolo nos observó a ambos con desdén, y me entregó el sobre, sin decir una sola palabra.

No era necesario abrirlo para saber qué decía, excepto la confirmación de mi fatal destino.

—¿No lo vas a ver? —preguntó.

Negué con la cabeza.

—Creí que no confiabas en mi diagnóstico, ¿para qué pediste que te tomaran exámenes entonces?

Tomé aire.

—No sé si mi papá me crea que un dios me lo ha dicho —expliqué.

Jugué con el papel en mis manos, mientras Apolo asentía.

—La vida que tu madre te dio no fue en vano —comentó, distraídamente.

Adrian, que había decidido no tomar asiento, decidió dejar de actuar como una sombra y tomó mi mano.

—Ya nos vamos —anunció.

—Espera —respondí, mirando a Apolo, intuyendo que sus palabras estaban llenas de segundas intenciones—. ¿Qué quieres decir?

—Pues, no entiendo cómo vas a ayudar a romper su maldición mientras sigas viva.

Adrian soltó mi mano y se encaminó a la puerta, cerrándola con fuerza.

En realidad, ni el tacto ni el buen criterio estaban dentro de las cualidades del dios, pero sí el ocultar información. Me quedé en mi sitio, examinándolo detenidamente, como si pudiera leer lo que había detrás de su mirada y desenmascarar sus secretos.

—¿Podrías ser más claro? —sugerí.

—No soy de los que se autosabotea la diversión, pero sé que cierta mortal de malos hábitos recibió una interesante propuesta recientemente —expuso.

El deseo de AfroditaWhere stories live. Discover now