Capítulo 28

7K 1.1K 109
                                    

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.


SYBILLA

Artemisa iba de un lado a otro supervisando cada uno de mis movimientos. Nunca me elogiaba y siempre me trataba con desdén. Como si ella fuera un gato y yo un ratón, que ni siquiera valía la pena el esfuerzo de perseguir.

Pueden decir que soy paranoica, pero últimamente había conocido demasiadas personas con nombres griegos, y yo no creía en las coincidencias. Y, aunque así fuera, mi instructora se movía con una elegancia digna de una diosa.

Era incómodo trabajar teniendo casi por cierto que una deidad estaba a cargo, no podía evitar recordar la frase que mi madre repetía casi como una plegaria en cada una de sus cartas: "No hagas tratos con dioses".

Era ridículo sentir culpa a estas alturas, luego de haberme lanzado a los brazos de Afrodita sin habérmelo pensado ni un poco.

Ese día mi hermano había organizado una fiesta en la playa, junto a sus amigos, obviamente que Max iría y Sabrina también.

Por lo general, Sybilla evitaba este tipo de eventos, a pesar que su padre tenía una casa de veraneo a orillas del mar. Le daba tanta vergúenza que ni siquiera tenía un bañador que usar. Sin embargo, Sabrina era otra historia, tenía un cuerpo escultural que lucir, un cabello brillante, unos ojos profundos como el océano, un grupo social y un chico con quien pasarlo bien.

Todo lo que yo jamás obtendría por mí misma.

La consecuencia es que no tenía ni la menor idea de qué ponerme.

Días antes me había comprado un bikini rosado, pensé que era lo que una chica "barbie" se pondría para un evento de este tipo. Era pequeño y mostraba bastante. Verlo, aunque fuera en un cuerpo distinto al mío, me hizo sentir avergonzada.

—¿En qué momento pensé que esto sería una buena idea? —suspiré.

—Lo mismo me pregunto. —Una rubia despampanante apareció en mi cuarto. Este era el sueño de cualquier chico hormonal.

Afrodita movió su muñeca e inmediatamente mi atuendo se transformó. El bikini rosa que convirtió en un bañador de dos piezas, negro, con varias tiras a la altura de mi cadera, que dejaban ver parte de mi piel, como si fuera parte del diseño, al igual que dos correas bajo mis pechos, que lo volvían mucho más sexy y firme, a la vez.

—¡Wow! —dije sorprendida—. Gracias.

—Diría que eres una inútil, pero estas haciendo bien tu trabajo, así que... no lo eres, tanto.

Se sentó sobre mi cama, como si se encontrara en su propio cuarto.

—Exactamente, ¿cuál es mi trabajo? —inquirí.

La diosa suspiró, como si hubiese respondido a esa pregunta muchas veces.

—Ya sabes cuál es —contestó—. ¡Tu trabajo es romper corazones!

El deseo de AfroditaWhere stories live. Discover now