Epílogo

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Un año después...

El día de año nuevo

Un amigo inesperado

Michael tocó suavemente la panza abultada de la mujer que tenía en frente. Ella le sonrío y el corazón de Michael dio un brinco. Estaba ansioso por conocer a ese bebé. La noticia de un nuevo miembro en su vida había sido asombrosamente aterradora. Pero al fin y al cabo, muy linda.

Michael le dio un rápido y corto beso en la frente a la mujer y se apartó un poco.

-Parece que todo está en orden- dijo él ayudado a desconectarle los cables que tenía pegados al brazo- El bebé llegará pronto, muy pronto. Pero por ahora no hay nada de que preocuparte.

La chica de cabello castaño le respondió con una sonrisa.

-¿Estás emocionado?- le preguntó la chica.

-Por supuesto que si- respondió él con una sonrisa- Me imagino que tu lo estás el doble.

-La verdad es que si, ya quiero conocer a este pequeñín- dijo ella acariciándose la panza suavemente- Seguro que tendrá tus ojos.

Michael soltó una suave y seca risa.

-Es posible... teniendo en cuenta que son iguales a los tuyos- dijo él riendo.

-De algo servirán los lindos ojos Collins- dijo la chica bajándose de la camilla- Gracias por revisarme hoy, Mike.

-No hay problema.

-¿Seguro que no quieres acompañarme a casa?

Michael negó con la cabeza.

-Pero es víspera de año nuevo...

-Estoy feliz estando aquí de turno.

Michael estaba de turno y la llegada de Miranda lo había sorprendido, y no muy gratamente. Se suponía que faltaban tres semanas para recibir al bebé. Se había asustado cuando la había visto en la puerta de urgencias. Pero, afortunadamente, nada malo había sucedido, solo algunas falsas contracciones.

-Como quieras, gruñón. No te insisto más, pero que sepas que me encontraré con nuestra madre muy disgustada con el hecho de que tú no estés.

Michael rodó los ojos, odiaba "gruñón".

-Es una suerte que mi hermano sea doctor- dijo ella acariciándole el brazo suavemente- mira nada más. Te sienta bien volver a esto. Te ves bien.

-Me siento bien- admitió él en voz baja.

No al cien porciento, pero... estaba bien. Había retomado su carrera y se había graduado hacía poco, ahora por fin estaba de residente en el hospital. Su vida estaba yendo sorprendentemente bien desde la partida de... ella.

Esos ojos azules y ese largo y bello cabello pelirrojo lo visitaban en sueños. Era imposible sacarla de su cabeza.

-Le diré a mamá que traté de convencerte, hermanito, pero que eres tan terco que fue imposible hacerlo.

Michael exhaló con fuerza y acompañó a su hermana hasta la salida.

-¿Y tu esposo?- preguntó Michael interesado.

Miranda nunca se despegaba del idiota que tenía como esposo. Eran como uña y mugre, así había sido desde que se habían conocido en la universidad. Miranda era unos pocos años menor que Michael y ya estaba teniendo un bebé. ¿Cuándo sería el turno de Michael? Él comenzaba a creer que nunca...

-No hemos encontrado sitio para dejar el auto, se quedó dando vueltas por ahí.

Su hermana lo miró y comenzó a acercarse lentamente a él. Oh no, la parte incómoda de los abrazos había comenzado. Michael odiaba el contacto físico. Solo le gustaba de parte de... bueno, ella.

Té para tres (TERMINADA)Where stories live. Discover now