𝙎𝙚𝙗𝙖𝙨𝙩𝙞𝙖𝙣

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Omnisciente

La pareja se acomodaba en sus asientos de avión, mientras Sofia esperaba ansiosa el despegue.

—Me siento como una pequeña en una juguetería.— rió sintiendo ese cosquilleo en su estomagó.

—¿Por qué te interesa tanto conocerlos?— Nate la miró confundido.

Sofia lo miró, analizando si realmente había preguntado eso.

—¿Cómo que por que? ¡Es tu familia Nate!— elevó las cejas.

—Pero... No entiendo tu entusiasmo, Sofi.— se encogió de hombros.

Sofia suspiró y buscó las palabras correctas para explicar el porqué tanta emoción. Una voz sonó por los altavoces, anunciando el despegue del avión.

—Tal vez suene cursi o... No se. Pero pienso que eso haría lo nuestro más... ¿Oficial?— Sofia hizo una mueca, sonriendo nerviosa.

Nate asintió lentamente.

—O... ¿Tu piensas diferente?— la castaña ladeó la cabeza.

—No, no. T-tienes razón.— Nate asintió algo incómodo.

(...)

La camioneta pasaba por los largos caminos, a lo lejos solo se podía ver largas hectáreas de árboles, flores y distintas especies de plantas. Era un paisaje digno de ver. Sofia estaba maravillada, ella no solía viajar mucho. La última vez que lo hizo, fue hace años, en un viaje familiar. El cielo azul adornaba la escena más los rayos del sol iluminando los caminos y los miles de girasoles que había.

La ojiazul movía sus piernas de manera inquieta mientras planchaba la falda de su vestido color durazno en repetidas ocasiones.

Nate la miraba divertido, mientras ella tenía la mirada fija en el camino.

El, al notar que planchaba su falda por millonésima vez, rió.

—Te ves bien, princesa.— rió llamando su atención.

—¿No crees que es mucho? ¿O m-me veo muy informal?— lo miró preocupada. Nate soltó una carcajada, le parecían tiernos sus nervios.

—Estas perfecta así ¿Okey?— tomó su mano.

Sofia suspiró y trató de calmarse un poco. La emoción y los nervios mezclados la carcomían por dentro. En cualquier momento iba a vomitar.

La camioneta fue bajando la velocidad, causando que el corazón de Sofía latiera más rápido. El chófer se estacionó, y ambos bajaron, mientras el chófer bajaba las maletas.

Sofia miró el gran edificio que estaba ante sus ojos, jadeó sorprendida. Era una casa inmensa, paredes blancas, algunas ventanas decoradas con girasoles.

—Dios...— susurró sorprendida.

Noto que la puerta se abrió y trago duro, sintiendo los nervios aún más intensos.

—¡Nate, mi amor!— una mujer con ojos avellana salió de esta, sonriendo mientras bajaba las escaleras del camino.

ꜱᴏꜰɪᴀ, ʙᴜᴛ ʏᴏᴜ ᴄᴀɴ ᴄᴀʟʟ ᴍᴇ ꜱᴏꜰɪWhere stories live. Discover now