ꜱᴏꜰɪᴀ, ʙᴜᴛ ʏᴏᴜ ᴄᴀɴ ᴄᴀʟʟ ᴍᴇ ꜱᴏꜰɪ

𝙃𝙚'𝙨 𝘽𝙖𝙘𝙠

Omniciente

—Gina, no estoy seguro de ésto...— Sebastián dijo con nerviosismo mientras miraba la puerta de la casa.

—Tu solo entra y habla con ella, es todo.-— la rubia respondió a través del teléfono.

—Si algo pasa, rubia, yo...—

—Tranquilizate, joder. No pasará nada.—

—Bien, te hablo luego.— asintió algo nervioso y colgó por fin. Tocó el timbre deseando que alguien más abriera, a demás de Sofía.

La puerta se abrió dejando ver a una Josie despreocupada, pero al ver al rumano, se sorprendió. Lo tomó del brazo y lo jaló hacia adentro de la casa.

—¡Hasta que te apareces! ¿Dónde mierda estabas?— lo miró molesta y lo golpeó en el brazo.

—¡Hey! ¿Cuál es tu problema?— Sebastián se quejó.

—¡Tu y los hombres son mi problema! ¿Dónde estabas? Sofía está muy extraña por tu culpa.—

—Necesitaba tiempo a solas y... Alto. ¿Sofía? ¿Qué le pasó? ¿Está bien?— rápidamente preguntó.

Josie bufó y rodó los ojos.

—O sea, está bien pero se comporta raro desde que te fuiste.— se cruzó de brazos. —¿Qué le dijiste?—

Sebastián hizo una mueca y comenzó a explicarle absolutamente todo. Desde lo que Anne le dijo, hasta lo último que el y Sofía hablaron.

—Pero que idiota eres.— Josie gimió frustrada.

—Me lo dicen mucho.— el rumano elevó las cejas con ironía. —¿Dónde está ahora?—

—Salió con Nate. Tienes que apresurarte porque fueron a ver las medidas de su vestido.— elevó una ceja.

Sebastián sintió un peso sobre el y suspiró frustrado. Josie lo notó y decidió calmarlo.

—Tranquilizate, no tardarán. Cuando llegue, hablas con ella y listo.— asintió.

—¿Crees que quiera hablar conmigo?— sonrió apenado.

—No prometo nada pero... Tal vez.— Josie se encogió de hombros.

Una idea llegó a la cabeza de Sebastián.

—Necesitaré tu ayuda, Joseline.—

(...)

Sofía suspiró cansada mientras extendía los brazos, para darle más acceso a la mujer que medía su cintura.

—Mi amor, has estado así desde que llegamos. No, más bien desde hace unos días ¿Qué tienes?— Nate gimió frustrado.

—Nada, es en serio.— trató de sonreír.

—Ya me disculpé contigo sobre la otra noche, bonita. ¿En serio no tienes nada...?—

Ella presionó sus labios en una línea y negó. Si claro, no tenía absolutamente nada...