𝙀𝙥𝙞𝙡𝙤𝙜𝙪𝙚

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En menos de dos meses, Sofía había conseguido abrir su propio estudio, con ayuda de Sebastián. Todos los días llegaban varias personas a hacer pedidos, encantados con el arte que hacían las manos de la italiana. Sebastián se había encargado de darle una buena publicidad, tanto así, que ella misma había diseñado el logo de la empresa. Lilian logró hacer a un lado a su hijo y a su esposo de todo el negocio familiar, nunca los necesito realmente, y así Sebastián pudo quedarse en la empresa después de todo lo sucedido sin ningun problema.

Sofía lo alentaba a hacer cosas que al le gustaran, como tomar fotos. Y esa sesión de fotos que Sebastián tanto quería hacerle a Sofía, logró hacerla, varias de hecho. Le encantaba tomar fotos, retratar los momentos, pero, su cosa favorita de retratar, era la sonrisa de la mujer que ama.
Ya habían pasado por lo menos tres años, tenían un hogar y un trabajo estable. Les estaba yendo bastante bien, a decir de verdad.

Sofía ayudaba a envolver la pintura que su clienta le había pedido. Sebastián entró al estudio, pero Sofía no se percató de ello. Se la entregó con una gran sonrisa y despidió a su clienta.

—¡Espero que le guste a su hijo!— sonrió ampliamente.

—¡Gracias!— la señora gritó para después alejarse.

Sofía comenzó a arreglar algunos cuadros que tenía allí, hasta que sintió unas manos tomar su cintura, y como alguien comenzaba a besar su cuello.

—Hola...— su voz ronca inundó sus oídos. Se giró y lo miró sonriente.

—Hola.— besó su mejilla.

—¿Cómo te fue hoy?—

—Pues, bastante bien. Terminé algunos lienzos y vendí otros que ya tenía en la bodega... ¿Y a ti? ¿Te fue bien?— acarició su mejilla.

—Me alegro, mi amor. También me fue bien.— asintió sonriente.

Sofía le dio una última sonrisa y fue hacia el mostrador, para acomodar algunos papeles. Pero, Sebastián se acercó a ella y rodeó su cintura, pegando su pecho a la espalda de la italiana.

—Porque no... Dejas eso un momento y pasamos un momento a solas ¿Mhm, muñeca?— susurró con voz ronca mientras besaba su cuello y parte de su hombro.

Ella soltó una risita y negó.

—Tengo cosas que hacer guapo...—

Sintió como el rumano gimió frustrado en su hombro.

—¿Me harás suplicar?— beso debajo de su oreja.

La italiana giró su rostro y sonrió de manera burlona.

—¿Lo harías?—

Sebastián relamio sus labios.

(...)

Ambos se besaban apresuradamente mientras el la sentaba en uno de los estantes de la bodega. Por supuesto que el rumano no quiso esperar hasta que llegaran a su casa, así que...

—Vamos a tirar algo...— Sofía jadeo divertida.

Sebastián gruñó mientras besaba su cuello, a la vez que quitaba su camisa apresuradamente. Su camisa voló hacia el otro lado de la habitación y comenzó a quitar la camisa de Sofía. La ojiazul solo traía esa camisa y una bonita falda, dándole así mas acceso al rumano para acariciar sus muslos.

ꜱᴏꜰɪᴀ, ʙᴜᴛ ʏᴏᴜ ᴄᴀɴ ᴄᴀʟʟ ᴍᴇ ꜱᴏꜰɪWhere stories live. Discover now