𝙉𝙤𝙩 𝙖𝙜𝙖𝙞𝙣

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El rumano suspiraba con tristeza mientras se encontraba sentado en las escaleras del pórtico de la pequeña cabaña frente al lago.

Escuchó unos pasos detrás de el pero los ignoró completamente.
Lilian, su tía, acomodó su vestido medianamente, antes de sentarse a su lado.

—¿Cómo estás, Seb?— le sonrió ligeramente.

El negó mientras miraba fijamente hacia el lago. Recientemente, su madre había fallecido y era una pregunta muy difícil de contestar. No sabía como estaba realmente. Pasaron días para que le hicieran un pequeño velorio, solo la familia más cercana estaba allí, apoyando en todo momento a Sebastián.

—¿Por qué las personas que no lo merecen se van, Lilian?— preguntó con un nudo en su garganta.

—Eso es algo que nunca sabremos. Pero, te aseguro que donde ella esté, te esta mirando. Orgullosa del hombre en el que te has convertido.— murmuró mientras acariciaba su hombro.

El sonrió ligeramente.

—No es sano que estés mucho tiempo aquí, ahijado. Escuché que Anne te invitó a desayunar con ella ¿Por qué no vas?—

Lilian sabía que Anne era la única alegría que Sebastián tenía actualmente. Aunque no era su hijo, lo conocía como si lo fuera. Se veía bastante feliz y enamorado con ella.

—Creo que eso haré.—suspiró y se levantó. Le extendió la mano a Lilian y ella la tomó gustosa, levantándose igualmente.

Se dieron un último abrazo y se despidieron. El castaño entró a la cabaña y con la mirada buscó a Anne.
Supuso que ella estaría arriba, así que subió las escaleras, en busca de la pelirroja.

Entró a casi todas las habitaciones y no la encontró. Hasta que entró a la última y la más alejada de todas. Tomó el picaporte y la abrió.

—Annie, pensé en lo del desayuno, y realmente necesito estar contigo...— rió con tristeza. Pero levantó la mirada al escuchar jadeos de sorpresa.

Anne, su pareja y Nate, su primo se encontraban agitados y con la mirada fija en el rumano. Se notaban asustados y sorprendidos. Ambos estaban desarreglados, el cabello alborotado y casi desnudos.

—¿A-Annie?— preguntó con un nudo en su garganta. Pronto sus ojos comenzaron a aguarse.

Ninguno de los dos dijo una palabra. Ambos se quedaron mudos. Una lágrima bajó por la mejilla de Sebastián y rápidamente cerró la puerta, alejándose completamente de todo.


Omniciente




—Sé que estas ocupada pero... Eres la única amiga que tengo, así que...— Sebastián hizo una mueca mientras miraba a la rubia.

—No tengo problema en ser tu apoyo psicológico, rumano. Si, estoy ocupada pero siéntate.— Gina sonrió divertida y señaló el gran sillón blanco que había allí, el mismo donde el se sentó días atrás para esperar a Sofía mientras ella se probaba ese bello vestido.

ꜱᴏꜰɪᴀ, ʙᴜᴛ ʏᴏᴜ ᴄᴀɴ ᴄᴀʟʟ ᴍᴇ ꜱᴏꜰɪWhere stories live. Discover now