ꜱᴏꜰɪᴀ, ʙᴜᴛ ʏᴏᴜ ᴄᴀɴ ᴄᴀʟʟ ᴍᴇ ꜱᴏꜰɪ

𝘼𝙡𝙢𝙤𝙨𝙩

Omniciente

El rumano se acercó a ella soprendiendola por detrás. Acarició sus brazos y besó su mejilla.

—¿En qué piensas, muñeca?— susurró en su oreja.

Sofía suspiró y negó sonriente.

—Nada...—

Sebastián suspiró y se sentó frente a ella, tomando sus manos.

—Piensas en la cena con Nate ¿Cierto?— le sonrió.

La castaña suspiró cabizbaja.
Lo cierto es que la cena había sido la noche pasada, y realmente fue un total fracaso...

Flashback

—Es la primera vez que vengo aquí, se ve que sirven buena comida.— Nate asintió sonriente mientras se sentaba en uno de los gabinetes del lugar, junto con la ojiauzl.

—Investigué un poco y éste lugar me pareció lindo.— sonrió dulcemente.

—Hace mucho que no me invitabas a cenar. ¿A qué se debe ésto, preciosa?—

Nate tenía palabras específicas a la hora de llamar su atención, al igual que Sebastián. Y al escuchar ciertas palabras, solo podía pensar en el rumano. Era inevitable.

—B-Bueno, no se. Solo...— Sofía tragó duro. Pensó que era mejor idea esperar un poco hasta soltar toda la verdad.

—Pensé que sería lindo.— mintió.

Pasaron por lo menos veinte minutos, Nate reía y contaba anécdotas, tratando de animar el ambiente. Y Sofía sólo reía y asentía, intentando poner atención a todo momento.

En un momento las risas pararon y Nate la miró dulcemente mientras tomaba su mano sobre la mesa.

—No puedo creer que vayas a ser mi esposa. Es un sueño.— suspiró.

—S-Sobre eso, Nate...— ella comenzó. Nate la miró atento, aún con una sonrisa en su rostro.

Sofía soltó una gran bocanada de aire y tragó duro.

—Realmente estos tres años, han sido simplemente maravillosos. Agradezco que el destino te haya puesto en mi camino, y...— su labio inferior tembló.

El sentimiento de culpa y vergüenza llegó a ella. Su pecho dolía con fuerza y se sentía sofocada, al ver como las demás personas a su alrededor estaban como si nada, mientras ella sentía que su mundo se iba abajo.

"No lo hagas por mi, hazlo por ti"

Recordó las palabras del rumano, retumbaron en su cabeza.

—Nate...— sollozó levemente.

—Oh no, Sofi. No llores...— Nate rió y se inclinó hacia adelante, acercándose a ella.