ꜱᴏꜰɪᴀ, ʙᴜᴛ ʏᴏᴜ ᴄᴀɴ ᴄᴀʟʟ ᴍᴇ ꜱᴏꜰɪ

𝙋𝙖𝙧𝙩 𝙤𝙛 𝙢𝙚

Sebastián

Mi mano no dejaba de acariciar la suya sobre la mesa mientras ella hablaba sobre lo mucho que le gustaba pintar. En pocos minutos me volví fanático de su semblante, se veía tan contenta y en paz.

—¿Te gusta mucho, cierto?— sonreí ampliamente.

—Pintar es... Es mi vida.— me dió una de sus hermosas sonrisas.

Suspiré complacido.

—Oye...— llamé su atención y sus ojos azules se centraron en mi.

—Si me permites preguntar... ¿Qué le sucedió a tus padres?— traté de preguntar con cuidado.

Inmediatamente sus ojos recayeron, la tristeza llegó a ella. Me sentí mal al instante

—Perdóname, muñeca. No quise...—

—Tranquilo...— sonrió ligeramente. Tomó una gran bocanada de aire antes de hablar. Supongo que le costaba hablar de ello.

—Tuvieron un accidente automovilístico... Mi mamá murió instantáneamente, y mi papá murió en el hospital.— sonrió triste.

Mis dedos se presionaron en su mano, sosteniendola más fuerte.

—Yo estaba terminando mis estudios, vivía en la universidad y... Me avisaron.— se encogió de hombros.

—Lo siento mucho, Sofi...— le sonreí apenado.

—Está bien...— suspiró para después sonreír ligeramente.

Entrelace mis dedos con los suyos y me incliné hacia adelante para acercarme a ella. Me impresiona como aún cuando se quedó literalmente sola, ella seguía sonriendo. Yo no sería capaz de hacerlo si también hubiera perdido a mi padre. No puedo ni imaginarlo.

—No suelo decírtelo mucho pero me gustan mucho tus ojos.— sonrió dulcemente.

Levanté las cejas sorprendido y extrañamente sentí mis mejillas arder.
Definitivamente me traía loco.

—¡Te sonrojaste!— susurró emocionada. Comencé a reír mientras bajaba la mirada.

—Te traigo loco.— alardeó, bromeando sobre como yo la molesto con mi ego.

—Muy loco.— sonreí victorioso.

Mordió su labio, ahora ella sonrojada. Se acercó a mi y presionó sus labios contra los míos.
Siempre que estábamos juntos, su perfume inundaba mis fosas nasales y eso hacía que mi deseo por estar con ella en todos los sentidos, aumentara.

Me fascinaba cómo movía los labios con delicadeza. Me besaba dulcemente.
Toda ella era dulce.

—Que bien besas...— susurré sobre sus labios.

—G-Gracias...— rió.

Junté nuestras frentes, nuestras manos aún seguían entrelazadas.
Sentí como suspiraba algo nerviosa.