ꜱᴏꜰɪᴀ, ʙᴜᴛ ʏᴏᴜ ᴄᴀɴ ᴄᴀʟʟ ᴍᴇ ꜱᴏꜰɪ

𝙔𝙚𝙨, 𝙄 𝙡𝙞𝙠𝙚 𝙞𝙩

Omniciente

—Me encantas, muñeca.—

Sofía abrió su boca y volvió a parpadear un par de veces. Se notaba su nerviosismo a leguas.

—Ah... Y-Yo...— respiró pesadamente.

Las caricias que el le proporcionaba en su mejilla más su mirada intensa sobre ella, no la ayudaban en lo absoluto.

—N-No se que decir...— soltó una risa nerviosa.

—No digas nada, entonces— el la miró sonriente.

Ella le dió una pequeña sonrisa, su hoyuelo en su mejilla derecha saliendo al aire.

—Creo que... Será mejor que salgamos.— ella susurró.

El negó.

—Alguien puede descubrirnos...— mordió su labio.

—Solo un momento...— el castaño susurró con la mirada fija en sus labios.

Ella notó su intención, quería besarla de nuevo. Y por más que ella deseara que lo hiciera de nuevo, su miedo por ser descubiertos, le ganó.

—No lo creo...— le sonrió mientras ponía su dedos sobre sus labios, empujandolo ligeramente hacia atrás.

El sonrió mientras fruncía el ceño. Entendió su intención de escapar, pero no se la dejaría tan fácil...
El sabía perfectamente como ponerla nerviosa, e iba a tomar provecho de ello.

Tomó su mano que aún estaba sobre sus labios y beso sus dedos ligeramente. Para después darle una sonrisa burlona.

—Mierda...— ella susurró. Odiaba como una simple acción de su parte lograba ponerla sumamente nerviosa. Apostaba a que sus mejillas explotarían en cualquier momento.

—Te juro que verte maldecir es lo mejor que existe...— el rió contagiando a la italiana.

—Cállate...— sonrió divertida. —Pero, ya en serio. Tenemos que salir.— asintió decidida.

—¿Por que te resistes tanto, Bocelli?— recargó su mano en la pared, a un lado de la cabeza de la castaña.

Ella presionó su espalda contra la pared con nerviosismo al sentirlo más cerca.

—N-No es que me resista, es que alguien puede vernos y...—

—Acéptalo.— Sebastián la interrumpió mientras le sonreía de lado, mostrando una hilera de sus dientes blancos.

Ella paró en seco.

—¿A-Aceptar que?— lo miró confundida.

—Te encanta que te bese.— entrecerró los ojos.

Ella presionó sus labios en una línea, es un hecho, sus mejillas habían explotado.

—¿Sabes que? No, no me gusta.— elevó una ceja. Sintió la confianza recorrer su cuerpo al ver como el elevaba ambas cejas con impresión.