𝘾𝙞𝙣𝙙𝙚𝙧𝙚𝙡𝙡𝙖

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Omniciente

El castaño sonrió mientras tomaba su cintura con una de sus manos. Pegó su cuerpo al suyo y ella sonrió inconscientemente y enredó sus brazos en su cuello.
Sofía llevaba ese lindo vestido rosa que resaltaba el color de su piel, dorado. Y sus ojos, sus bonitos ojos. El jamás se cansaría de verlos, eran demasiado llamativos y expresivos. Aunque Sofia tenía un aspecto dulce y amigable, sus ojos podrían intimidarte bastante.
Después de varios minutos de admirarla fijamente, tomó sus mejillas y la besó. Ella sin ningún problema le respondió, besándolo igualmente.


¡Tío! ¡Oye!— Rosie saltó sobre el regazo de Sebastián. El se sobresalto y la miró rápidamente.

—¿Qué...? ¿Qué?— El respondió mientras fruncía el ceño.

—¡Te llamé muchísimas veces y no me respondiste!— Rosie replicó con su pequeña voz.

—Perdóname, muñeca. ¿Qué decías?—

—¿En que pensabas?— Rosie frunció el ceño.

El sonrió y negó lentamente mientras acariciaba su cabello.

—En cosas de adultos.— asintió.

Rosie hizo una mueca extraña pero rápidamente volvió a sonreír.

—¡Pensabas en Sofía!— gritó emocionada.

—¿Qué? No, Rosie. Yo no...—

—La amas, la amas, ¡Sofía te gusta!— se bajó de su regazo y comenzó a correr en círculos por toda la sala mientras cantaba emocionada. —¡Sebastián y Sofía se gustan!— gritó finalmente.

Sebastián abrió los ojos y se levantó rápidamente, acercándose a ella.

—Rosie, shhh...— rió con nerviosismo. —Sofía y yo no nos...—

—¡Claro que si! A ti te gusta y a ella le gustas. ¡Se quieren!—

—Rosie, amor...—

—¡Y se dan besitos!—

—Claro que no, Rosie.— Sebastián entrecerro los ojos. ¿Acaso ella...?

—Claro que si. Yo los vi.— respondió con arrogancia mientras bailaba.

Sebastián sintió el miedo expandirse por su pecho y rió com nerviosismo.

—Tal vez lo soñaste, Rosie.— asintió.

—¡Nope! Yo los vi.— sonrió para después sacar la lengua.

Sebastián suspiró y se agachó a su altura.

—Rosie, no...—

—¿Ustedes se gustan? ¡Si, si se gustan!— extendió sus brazos.

—Okey, es suficiente.— Sebastián le sonrió y la cargó en sus brazos. Rosie río descontroladamente.

Caminó con la pequeña entre sus brazos mientras ella seguía riendo. De pronto, Lilian salió de repente, asustando a Sebastián.

—¿Que tanto grita esta niña eh?— sonrió al ver a Rosie.

—¡Sofia y Se...—

Inmediatamente Sebastián cubrió su boca y ella rió contra su mano. Lilian sonrió confundida.

—No es nada, madrina. Esta loca, comió mucha azúcar.— trató de decir sin tartamudear.

Lilian sonrió divertida y siguió caminando, alejándose de ambos. El castaño suspiró aliviado y siguió caminando con Rosie hacia el jardín trasero.

ꜱᴏꜰɪᴀ, ʙᴜᴛ ʏᴏᴜ ᴄᴀɴ ᴄᴀʟʟ ᴍᴇ ꜱᴏꜰɪOnde as histórias ganham vida. Descobre agora