𝘼𝙡𝙘𝙤𝙝𝙤𝙡

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Omniciente



—No recordaba cuanto amaba el helado de chocomenta.— Sofía rió.

Sebastián estacionó el auto fuera de la casa, después de un largo día de risas y helado.

—No se como puede gustarte, es asqueroso.— el frunció el ceño.

Sofía abrió la boca mientras lo miraba ofendida.

—¡Claro que no!—

—Mhm.— el asintió sonriente. Ella solo rodó los ojos.

La castaña suspiró mientras tomaba su bolso, no le gustaba admitirlo pero se sentía triste ya que volverían a estar en esa casa, donde tenían que hacer todo a escondidas.

—Me siento mal...— Sofía recargo su barbilla en su mano, mirando fijamente hacia la puerta de la casa.

—¿Por qué?—

—No puedo negar que me la pasé muy bien y agradezco infinitamente el helado...— lo miró con una dulce sonrisa, el igualmente sonrió al verla. —Pero. Pero...— negó.

—Nate.— Sebastián logró adivinar a lo que ella se refería.

Ella asintió con una mueca.

—Eres muy dulce, Sofía.— el la miró fijamente.

Ella lo miró confundida. Solía hacerle cumplidos pero este lo había dicho de una manera diferente...

El rió al ver su mueca de confusión.

—Me refiero a que, después de las estupideces que Nate te hace, aún así estás con el.— asintió.

—Quieres decir que... ¿Soy una ingenua?—

El castaño abrió los ojos.

—N-No, no quise decir eso. Sabes que no.—

—No, no. Lo siento...— ella rió, confundiendo más a Sebastián.

—No es que tu me lo hayas dicho, sino que... Comienzo a sentirme una ingenua.—

—¿Por qué lo dices?— el se inclinó hacia adelante, acercándose a ella.

—Tenía tantas ganas de conocerlos... A sus hermanos, sus primos... ¡A ti!— lo señaló. El le sonrió en respuesta.

—Pero ahora que estoy aquí, siento que las cosas han cambiado. Entre Nate y yo.— comentó cabizbaja.

—Es como si no lo conociera. O sea, ¡ni siquiera sabía que tenía hermanos, o que su familia trabaja haciendo vino!— suspiró frustrada.

—Nate es muy raro y... No te lo tomes personal, muñeca.— le sonrió.

—Quisiera no hacerlo, pero... Todo empezó cuando yo le pedí que vinieramos aquí.— restregó su rostro con frustración.

—¿Cómo? ¿El te trajo aquí porque tu se lo pediste?— Sebastián frunció el ceño.

—Aja... Llevaba casi dos años pidiendoselo— asintió lentamente. —Por eso creo que debería tomarlo personal.— sonrió sin gracia.

ꜱᴏꜰɪᴀ, ʙᴜᴛ ʏᴏᴜ ᴄᴀɴ ᴄᴀʟʟ ᴍᴇ ꜱᴏꜰɪOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz