Sangre Y Poder 2 (chicaxchica)

Capítulo Extra - Gabriella (parte 2)

Desde que éramos muy niños, yo sentía esa necesidad de proteger a mi hermano, pero a la vez, siempre nos hacíamos daño entre nosotros.

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—Papá, ¿me rapas? —pregunté muy tranquilamente.

—¿Quieres que te deje sin cabello? ¿Por —se detuvo antes de quitarme el gorro que yo me había puesto —..? ¡Leo! —exclamó colocándose de pie para empezar a buscar a mi hermano — ¿Por qué pegaste chicle en el cabello de tu hermana?

—A ver, cariño —mi madre se quedó para mirar mi cabello —. No es necesario que lo rapemos, solo vamos a cortarlo un poco.

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El que me hayan cortado el pelo no me disgustaba, lo que me disgustaba era que Leo había logrado su propósito y se reirá de mí por eso. Aunque bueno… yo también le hice algo por lo que podría reírme.

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—¡Gabriella! —mi padre regresó después de haber encontrado a Leo — Mira esto, Emma —dijo señalando a Leo —. ¿Algo que decirme de esto, Gabriella?

—¿Qué? —preguntó mi madre — ¿Se le cayó un diente de leche? Es normal, es un niño.

—Normal si se cae de forma natural —respondió mostrando una raqueta de tenis —. Estoy esperando una respuesta Gabriella.

—Dijo que le dolía, pero no se le caía.

—¿Y tenías que golpearlo con otra cosa?

—Es que no encontré un martillo.

—Y me golpeó con la raqueta —agregó Leo antes de reírse — ¿Te gustó el chicle?

—¿Tenemos que estar siempre con ustedes para que no intenten matarse el uno al otro? —preguntó mi padre algo disgustado — Tienen once años.

—Es tu culpa por comprarle una raqueta a los niños —respondió mi madre.

—Pensé que la usarían para jugar tenis… además, ese no es el problema, sabes que pueden utilizar literalmente cualquier cosa como arma para hacerle daño al otro.

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Sí, literalmente usábamos todo tipo de cosas para herirnos mutuamente desde que tengo memoria. Ambos disfrutábamos del dolor del otro siempre y cuando fuera causado por nosotros mismos, no podía haber un tercero.

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—Leo, ¿no te parece que ha pasado mucho tiempo ya? —preguntó Santiago mientras los dos estaban muy relajados.

—No el tiempo suficiente para que el malvado corazón de mi hermana se ablande.

—Leo, ya casi es la media noche… mis tíos van a matarte si le sucede algo a Gabriella.

—¿Qué le va a suceder? Estoy seguro de que si la muerde una serpiente, la serpiente moriría primero. Y papá y mamá no están.

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Pasaron como media hora relajados allí, ¿no estaban pensando que cuando yo me liberara de eso lo iban a pagar muy caro? Después de estar mucho tiempo allí relajados, finalmente enviaron a alguien a buscarme.

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—¿Qué hicieron qué? —nos preguntó The Killer, quien para ese entonces era el más cercano a nosotros.

—La atamos a un árbol —respondió Leo con toda la tranquilidad.

—¿Hace cuánto?

—No lo sé, como desde las seis. El caso es que mi primo considera que ya es hora de buscarla.