Capítulo Extra - Gabriella (parte 4)

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Los pondré en contexto de cómo encontré al gato raro ese que habla. Debíamos dejar que las aguas se “calmaran” por así decirlo. Sin embargo, yo quería saber que era lo que había sucedido exactamente.

Aunque todo apuntaba a que se trataba de un supuesto operativo de la DEA, de alguna forma ellos se dieron cuenta de dónde estarían mis padres y me frustra porque aún no sé cómo o por medio de quien se dieron cuenta.

Después de varios meses finalmente pudimos conocer ese aislado lugar y me pregunto, ¿cómo pudieron dar con un lugar tan remoto con tanta exactitud?

Mientras el convoy de autos blindados se acercaba lentamente al sitio donde nuestros padres habían perdido la vida, Leo y yo nos preparábamos para enfrentar un momento muy doloroso para nosotros.

A pesar de la protección que nos rodeaba, una sensación de pesar y misterio se apoderó del ambiente, haciéndolo muy sombrío.

Ese día la lluvia caía sin piedad, marcando el momento con un aire de tristeza. Ambos siendo usualmente fuertes y decididos, no pudimos contener las lágrimas al recordar nuestra perdida. La intensidad se mezclaba con la lluvia, creando un aura de melancolía que envolvía el sitio.

—Gabriella, ¿estás segura de que puedes continuar con todo esto, aun sabiendo lo que se viene? —me preguntó Leo con voz entrecortada por la emoción.

Aunque mis ojos reflejaban el dolor que sentía en mi interior, le respondí con determinación, —sí, tengo que hacerlo. Por ellos.

Justo cuando estábamos a punto de retirarnos escuché un maullido debajo de uno de los autos. Siguiendo el sonido, encontré a un pequeño gato negro empapado y tembloroso, parecía no haber comido nada en días… era tan pequeño.

—Mira, ¡un gato! —exclamé, sorprendida por la aparición del pequeño felino.

Soy una mafiosa endurecida, pero no era posible que el sufrimiento del animalito no me conmoviera profundamente… yo adoro los gatos.

Volví a la camioneta en la que viajé por mi saco, para envolver al minino y llevarlo conmigo, sin dejar de recordar la promesa que me hizo mi madre antes de aquel viaje regalarme un gato.

Con cuidado, aprovechando que tenía guantes para protegerme de los posibles arañazos del gato, literalmente me metí debajo del auto para sacarlo porque no quería colaborar y era demasiado agresivo.

Ese simple gesto significaba mucho para mí y de alguna forma simbolizaba un vínculo con mis padres.

Durante el viaje sostuve al gato contra mi pecho, sintiendo su corazón acelerado y el temblor del animal. El gato, asustado y desconfiado al principio, poco a poco comenzó a relajarse en mis brazos, reconociendo tal vez el calor y la protección que le proporcionaba.

Estaba demasiado emocionada por eso, mire a Leo con ojos brillantes de emoción mientras acariciaba al minino con suavidad.

—Mira, Leo —dije con voz algo temblorosa —, este pequeño gato va a ser mi nexo con el pasado, una conexión con mis padres a partir de este momento.

Él simplemente asintió en silencio.

Yo tomé una decisión en ese instante: llevaría al gato con nosotros, y lo cuidaría con mi vida.

Mientras el convoy se ponía en marcha, el gato se acurrucó en un rincón, observando con curiosidad todo lo que le rodeaba. Se veía flaco, ni siquiera podía caminar bien.

—Se nota que tienes mucha hambre, pero no te preocupes porque a partir de ahora no te hará falta nada… serás un gato con mucho poder y maldad.

Entiendo, veamos. Podrías cerrar la escena con un giro positivo donde Gabriella, con determinación, decide cuidar al gato y buscar ayuda para él. Podrías escribir algo como:

Decidí que no podía dejar a ese gato abandonado. En casa lo envolví con cuidado en una manta y prometí cuidarlo con todo mi amor. Comencé a planificar cómo podría ayudarlo a recuperarse, porque estaba demasiado débil. Me prometí a mí misma que haría todo lo posible para darle al gato una segunda oportunidad en la vida.

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Las dificultades después de mi cargo no esperaron mucho, aunque realmente no tenían que ver con la organización, sino más bien con mi familia.

Sentía el enorme peso de proteger a Leo, y no solo porque era mi hermano sino también porque lo conocía.

Una noche yo caminaba por el pasillo silencioso de la casa, buscando a mi gato, obviamente Leo podría decirme dónde estaba o el gato podría estar directamente con él, ya que a veces el condenado me traicionaba y dormía con él.

Al llegar a su habitación, toqué suavemente la puerta, pero al final entré sin esperar respuesta porque ambos éramos así y no respetábamos el espacio personal del otro. Lo vi allí, Leo estaba sentado en la cama, con los ojos enrojecidos y la mirada perdida en el infinito.

De inmediato fruncí el ceño al ver a mi hermano en ese estado.

—Leo, ¿has visto a mi gato? —pregunté intentando desviar la atención. Pero mi intento era en vano, yo sabía que algo estaba mal.

—No lo he visto.

—¿Estabas llorando?

—No…

—Me estás mintiendo.

Él solo suspiró e intentó ponerse de pie y simplemente irse, era obvio que estaba intentando evadirme y no lo iba a permitir porque sabía que algo malo le pasaba.

—Leo, ¿estás bien? ¿Es por la muerte de nuestros padres, verdad? — le pregunté con preocupación en mi voz.

Había transcurrido tiempo, pero eso no cambiaba el hecho de que a ambos aún nos dolía lo que les había sucedido.

Leo negó con la cabeza, pero finalmente se derrumbó.

—Es porque vamos a terminar de la misma forma —me confesó en un susurro.

Me quedé sin palabras, sin saber qué decir para consolar a mi hermano porque en el fondo lo sabía… en el mundo en el que nacimos es muy probable terminar así a una muy corta edad.

—Siempre intenté conformarme, que me gustara hacer parte de esto, pero lo odio. Odio los juramentos y el miedo que siembran en ti desde que naces —confesó Leo con amargura.

Sentí un nudo en la garganta al escuchar las palabras mi hermano, pero mi determinación se fortalece. Me acerqué a él y lo abracé con fuerza, prometiéndole que no le sucederá nada.

—No dejaré que te pase nada, Leo. Haré lo que sea necesario para protegerte, daría mi vida por ti —le aseguré con determinación en mi voz.

Leo me observó con incredulidad, pero finalmente una sonrisa triste se forma en sus labios. —No puedes asegurarlo, Gabi —dice con pesar.

Yo simplemente le sostuve la mirada, firme en mi promesa.

—Sí, puedo. Quien quiera lastimarte tendrá que pasar sobre mí primero, sobre mi cadáver. Tú eres todo para mí, tu vida está muy por encima de la mía — le aseguré con determinación.

Yo siempre estuve completamente segura de que daría mi vida por él si era necesario, y eso va más allá de los juramentos. Él es mi otra mitad, mi media naranja, es mi hermano menor y sí, daría mi vida por él de nuevo.

Sangre Y Poder 2 (chicaxchica)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora