Una niña sorprendente.

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Cinco años después...

#Mía

- ¡Olivia, cielo! ¡Estoy aquí! -Intentaba que mi hija de cuatro años me viese entre la multitud de padres que estaban esperando a mi alrededor para recoger a sus hijos e hijas del colegio, pero yo apenas media un metro sesenta y esos hombres parecían rascacielos a mi lado.

- ¡Mami! ¡Has venido tú hoy! ¡Has venido! - dice la pequeña corriendo a mis brazos.
No me importa en absoluto el reto de la gente, y sé que a ella tampoco. Ver la imagen de mi hija corriendo hacia mí toda despeinada, sonriendo y con su pequeña mochila a rastras, era uno de los mayores placeres que me había dado la vida.

- Claro que he venido mi amor, ya sabes que los viernes son solo para nosotras dos. Iremos a comer a donde quieras- le digo mientras cojo a ella y a su mochila en mis brazos, suerte que todavía pesa poco.

- ¿No vamos a invitar al tío Polo? - yo la miro fijamente a medida que nos dirigimos hacia el coche. Hacía horas extras todos los jueves por la tarde mientras ella se quedaba con Polo para poder pasar todo el viernes juntas, y eso ella ya lo entendía.

- ¿De verdad es eso lo que quieres cielo?- le digo colocándola en la sillita de coche para niños de su edad.

- No mami. Es que creía que tito estaba triste y quería invitarle- observo cada gesto, cada movimiento de Olivia al hablar. Creo que nunca se va a parecer a mí físicamente aunque tenga gran parte de mi carácter.

- ¿Y por qué sabes que tú tío está triste? - le digo mientras intento abrocharle el arnés de la sillita, pero ella no para de moverse sobre su asiento- Olivia para de moverte o no podré ponerte esto.

- Pero mami es que yo quiero bailar- dice mi hija extendiendo las aes, lo cual me hace mucha gracia porque ella suele ser muy refinada a la hora de hablar. Aunque yo le hubiese enseñado el español como lengua materna, mi hija era de ciudad, había nacido aquí en Manhattan y su segundo idioma era el inglés, aunque este le costaba un poco más.

- Venga vamos- le respondo subiéndome al asiento del copiloto- yo me sé de un sitio en el que los niños tienen una zona donde pueden jugar y bailar ¿Sabes a qué sitio me refiero Olivia? - digo mirándole desde el espejo retrovisor. Estos juegos le encantaban.

- ¡Mcdonals mami! ¡Mcdonals! - yo asiento con la cabeza mientras sonrío de felicidad. Escuchar a Olivia contarme las cosas que ha hecho en el cole me da alegría en exceso, no sé si será porque es mi hija o no, pero estaba segura de que Olivia era una niña sorprendente, risueña y alegre.

- Cielo vamos, tú tío está por llegar y hay que hacer cola- le digo a mi hija media hora después. El día tan productivo que ha tenido en el colegio le ha pasado factura y como siempre, se ha quedado dormida mientras hablábamos por el camino.

- Umm- la cojo en brazos una vez tengo mi bolso alrededor de mi hombro y le aliso el mono enterizo gris que le he puesto esta mañana, a juego con sus ojos. Como los de su padre...

- Venga Oli, si no te despiertas no habrá nuggets- Olivia se despierta de golpe haciéndome reír a carcajadas mientras entro al Mcdonals.

-¡Nuggets mami!

- Sí mi vida, pero primero vamos a esperar aquí hasta que llegue nuestro turno. -Bajo a mi hija al suelo para cogerle de la mano mientras esperamos en la cola, por suerte no hay mucha gente. Ella apoya su cabeza en mis piernas mientras se abraza a ellas, es una niña tan dulce...

- ¡Mamá ese es tito! ¡Ese es tito! - dice mi hija tirando de mi pantalón para que mire hacia dónde ella está señalando. Polo está pasando la entrada mientras se quita las gafas de sol que lleva puestas, captando la atención de todas las personas allí presente. Eso siempre le ha encantado.

- Corre, ve a saludarlo y dile que busque una mesa, que ahora voy yo con las cosas.

Mi hija no se lo pensó dos veces y salió corriendo hacia los brazos de mi mejor amigo, quien comenzó a hacerle cosquillas y a tirarla por los aires mientras ella reía a carcajadas. Olivia amaba a Polo y eso me hacía inmensamente feliz, aunque de igual forma no le quedaba otro remedio, pues lo conocía incluso antes de nacer.
Después de coger el avión para volver a España a darle la noticia a mis padres, Polo fue la única persona que me tendió la mano sin poner ninguna objeción a mis planes de futuro, gracias a él y a las numerosas veces que se había quedado con mi hija, ahora tenía el certificado de graduación y un trabajo en una empresa de decoración, algo lo suficientemente estable como para pagar mi parte de alquiler a Polo aquí en Manhattan y darle a mi hija todo lo que necesitaba. Era cierto que no había tenido la cuna más cara que había en la tienda cuando fuimos a comprarla, pero nunca le ha faltado de nada.

-Aquí está tu hamburguesa- digo quince minutos después mientras dejo la bandeja sobre la mesa y le dejo un beso en la mejilla a mi amigo.

- Hola nena- me responde Polo mientras se come una patata.

- ¿Dónde está Olivia? - le pregunto mientras busco a mi hija con la mirada.

- Allí, ya sabes lo mucho que le gusta bailar- dirijo mi mirada hacia dónde está mirando mi amigo y me quedo absolutamente embobada mientras veo a mi niña bailando con el resto de niños de allí la canción de "Baby Shark", o más bien haciendo que todos los niños le sigan los pasos. Captar la atención de todo aquel que le rodea es algo que lleva en el ADN.

- A veces no me creo que yo sea su madre.

- Pues ve haciéndolo nena, porque todavía no he conocido a ninguna madre mejor que tú. Y eso que la tuya me lleva a los centros de belleza y a los balnearios sin pagar ni un centavo. Todo se lo regalan por ser una de sus mejores clientes, mi sueño. - Me río ante las palabras de mi amigo, mi madre siempre aprovechaba para hacer con él las cosas que a mí me aburrían.

- Voy a llamarla- me levanto del asiento e intento hablar fuerte sin llegar a gritar para que se me entienda entre el murmullo de la gente y los chillidos de los niños jugando- ¡Olivia, cielo! ¡Ya está la comida!

- ¡Ya voy mami! - entonces la observo con una sonrisa de oreja a oreja y el brillo en sus ojos de felicidad poniéndose los zapatos, cuando levanta la mirada hacia nosotros siento como me recorre un escalofrío por la espalda.

-Vaya- dice mi amigo- se parece tanto a...

-Su padre.

VOLVER A TENERTE. (II)Where stories live. Discover now