Te toca ejercer de abuelo.

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#Marcos

-Pienso casarme con ella. -Me enfadaba la cara de Ryan al comunicarle la noticia. ¿Qué pasa? ¿Acaso le molesta que quiera casarme con Mía o que?

-Hermano...

- ¿Qué? -digo tajante. ¿De qué cojones va?

- ¿Cómo que qué, Marcos? ¿Es que te has vuelto loco? ¿Hace cuanto estás aquí? ¿Tres días?

-Joder, Ryan.

- No tío. Joder Ryan, no. Venga ya hermano, acabas de dejarlo con una tía con la que has estado casi dos años y ya quieres casarte con otra. Estás loco.

-Estás hablando de Mía. Mía Hills. Mi mujer. -Noto como se me hincha la vena del cuello. Nadie, absolutamente nadie va a hablar así de mi mujer.

- Joder Marcos, lo sé tío, lo sé. Y se quien es Mía en tu vida y en la de cualquiera, pero si sigues yendo así de rápido con ella, vas a acabar asustándola.

- He esperado mucho tiempo por esto y ni siquiera lo sabía, Ryan.

- Yo solo te digo que esperes un poco hermano, después, cuando ya os hayáis acostumbrado a vivir juntos como una familia... yo que sé, podéis casaros o tener más hijos. Que sé yo. -Me río ante la respuesta de Ryan y le palmeó el hombro como muestra cariñosa.

-Estás hecho un romántico, cabrón.

- Que puedo decir, me tienen cogido por los huevos.

- ¿Quién te tiene cogido por los huevos, amor? - Ambos nos giramos al escuchar la voz de Lili a nuestras espaldas. Observo la escena, Lili vestida y con el pelo enrollado en una toalla mientras cruza los brazos esperando una respuesta de mi amigo, y este pálido como una pared sin saber qué decir. A ver cómo sale de esta.

-Tampoco es que me queje. -Me río cuando Lili le da un cocotero a mi amigo y suspiro, algunas cosas nunca cambian.
Pasamos el resto de la mañana hablando y discutiendo sobre los negocios y lo que no eran negocios. Les conté a ambos todo lo que había pasado con Mía y como llevaba Olivia la noticia, no sin antes escuchar los miles de consejos de Lili para caerle a mi hija mejor. Los acepté porque era mi amiga, pero venga ya... esa niña se moría por mí y yo por ella. Está claro que no tengo ni que esforzarme para caerle bien porque no puede resistirse a mí. Igual que su madre.

-Bueno, yo tengo que irme ya - anunció poniéndome en pie.

- ¿Qué? ¿Apenas me ves y ya te vas? -dice Ryan haciéndose el ofendido. Me río mientras le pego en broma.

-Sí, ¿no te quedas a comer? - dice Lili levantándose del sofá también.

-Lo siento pareja. Sé que os encanta pasar tiempo conmigo pero le he prometido a mi hija que la recogería cuando saliera del colegio. Ya sabes, cosas de padres. -Hablo mientras miro a Ryan, a ver si pilla la indirecta.

-No vamos a ser padre todavía, deja de mandar indirectas.

- Solo digo que quedaríamos muy bien como "papis maduritos" hermano, ya sabes -le digo antes de mirar la hora en el móvil. No quiero llegar tarde.

- ¡Eh! ¡Chicos! ¡Sigo estando aquí! -giro mi cabeza hacia la pobre Lili que está mirándonos fijamente mientras mueve las manos en busca de un poco de atención por nuestra parte. Ella siempre nos aguanta las idioteces.

- Tranquila nena, hablo por los dos -dice Ryan subiendo y bajando la cabeza con convicción mientras Lili le da otro cocotazo haciéndome reír a carcajadas. Vaya mamón, no cambia.

- Lo que digas chaval. ¡Pero a este paso se te pasará el arroz! -Cierro la puerta de la suite tras de mí dejando a mi amigo confuso y a Lili riéndose a su lado. Mejor, así les doy que pensar.

-Señorito Marcos - escucho decir a Ramón tras de mí cuando llego al vestíbulo del hotel.

-Nunca sé de dónde sales, pero llegas justo a tiempo. Necesito que me lleves a recoger a mi hija -le digo saliendo del hotel.

- ¿A la señorita Olivia? -me giro cuando escucho su voz. Ramón, mi mano derecha, está emocionado, casi melancólico.

-Sí, Ramón. Conocerás a mi heredera -le digo riéndome, aun cuando él no me contesta. Me mira con orgullo a través del espejo retrovisor cuando nos subimos al coche. Ojalá mi padre me hubiese mirado alguna vez así.

- Ya estamos, señorito Marcos. -Lo sé, llevo esperando llegar a tiempo desde hace media hora y por suerte lo hemos conseguido. Miro a Ramón, quien parece estar igual o incluso más nervioso que yo. Manda narices que un tío de su edad me haga sentirme así.

- Venga hombre, baja del coche. Mi hija nos está esperando.

-Pe... pero, señorito Marcos, usted querrá pasar estos momentos a solas con su hija. Es lo que lleva esperando desde hace tanto tiempo, yo no quiero estorbar ni hacer que su hija se sienta incómoda.

-Venga ya, deja de hablarme de usted y bajemos del coche. Te toca ejercer de abuelo.

-Señorito Marcos. -Ramón está a punto de llorar, y si no para voy a llorar yo también. Así que abro la puerta trasera desde dentro sin esperar a que me abra él y me bajo del coche. El pobre hombre necesitará su tiempo.

-Joder - digo para mí mismo cuando casi me quemo encendiendo el cigarro. Ramón sale del coche y se pone a mi lado,  sin mediar palabra pone la Palma de su mano sobre mi hombro.

- Gracias Marcos, tú siempre has sido como un hijo para mí. -Trago saliva asintiendo sin querer ni poder mírale a la cara. Me fijo en el resto de padres, seguramente Mía sea la madre más joven de la clase de nuestra hija.

- ¡Mamá! ¡Papá! - empieza a escucharse por todas partes cuando sale una fila de niños corriendo por la entrada del colegio. - Dios santo. ¿Porqué les dejaban salir así? ¿Dónde está mi hija?

- Creo que ya veo a su hija, señor. -Miro hacia donde señala Ramón, y ojalá no hubiese mirado en esa dirección porque la imagen de un niño a quien no conozco dándole una flor a mi hija hace que me hierva la sangre.

-Pero qué... -estoy por ir hasta ellos cuando Olivia se gira y me lanza la mejor de sus sonrisas.

- ¡Papi!

VOLVER A TENERTE. (II)Where stories live. Discover now