Bien jugado cariño, bien jugado.

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#Mía

En un abrir y cerrar de ojos, eran las nueve de la mañana y me despertaba en la cama al lado de Marcos, quien parecía una obra esculpida por el mismísimo Miguel Ángel mientras dormía abrazado a mi cintura. Sonrío mientras aprovecho los rayos de sol que entran por la ventana para poder apreciar mejor cada matiz de su belleza, y entonces caigo en que no es un día cualquiera.... A ver Mía, rebobina, ayer fue el primer día que pasamos en la casa, Marcos nos enseñó la casa a Olivia y a mí, invitó a los chicos, dijeron que sé que daban a dormir, espera, espera... ¿en qué momento me dormí? ¿Y los chicos? ¿Se habrá ido ya alguno?

- Marcos, mi amor despierta -le digo acariciando suavemente su cabello. Si no fuese porque tenemos visita, me pasaría horas aquí hasta que mi chico se tuviese un mosquear porque no lo dejo tranquilo.

- Sí, con azúcar -responde aún con los ojos cerrados y los labios entreabiertos. ¿Está de broma o es que está soñando?

-Campeón, tenemos visita.

- Sí, para mi mujer en tacita. -Me llevo las manos rápidamente a mi cara para evitar soltar una carcajada. ¿Está soñando que compra café? ¿Y para mí también? ¿En sus sueños? ¿Puede ser más adorable?

- Marcos, mi vida -le digo esta vez alzando la voz. Nada, parece que está muerto en vida. ¿Tan agotador fue su día de ayer? - ¡Marcos! ¡Marcos despiértate!

De repente abre sus ojos de par en par...

- ¿Se puede saber porqué me despiertas de tan mala manera? ¿Acaso he hecho algo malo? -pregunta reincorporándose de inmediato. Ay Dios mío, dame fuerzas porque sino lo mato.

-Cariño llevo llamándote media hora, te he susurrado,acariciado, hablado, y nada hasta que he gritado. Es más, estabas soñando con una cafetería o algo así.

- Ah, si -dice volviendo a recostarse en la cama con los brazos cruzados bajo la cabeza. -Soñé que estábamos tú y yo solos una isla paradisíaca, estaba pidiendo el desayuno mientras tú me bailabas con el pelo mojado y en bikini. -Me río suavemente mientras le escucho fantasear mirando a la nada.

- Precioso sueño mi amor, pero te recuerdo que esta es la vida real y que tenemos invitados en casa. Que menos que desayunar con ellos, como anfitriones que somos. -Quito su mano de mi cintura con suavidad, y me pongo en pie para dirigirme al vestidor mientras le escucho hablar desde la cama.

- Tampoco hay prisa -escucho susurrar en mi oído - tienen comida para elegir lo que les apetece y lo que no, tienen varios sitios donde elegir para sentarse, y también tienen personal del servicio para que les cocine. Quedémonos aquí arriba un poco más, preciosa. - Marcos aparta cabello de mi hombro, seguido del tirante de seda que lo cubra, para empezar a dejar una cadena de besos húmedos por él.

-Marcos -susurro frenándole en cuanto a la piel de mi brazo erizarse. Pero él no hace ningún caso al tono de mi voz, por lo que me veo obligada a girarme y agarrar suavemente sus mejillas para que así podamos mirarnos fijamente, aunque entre nuestros ojos solo salten chispas y me cueste incluso pronunciar una palabra. - Tenemos que bajar. Tenemos que bajar con los demás y estar con ellos hasta que se vayan, ellos no han venido para que les hagamos esperar ni para estar solos en nuestra propia casa. Después tendremos todo el tiempo del mundo.

- Está bien- responde separando sus manos de mis caderas. -Sé que tienes razón, pero así como tienes razón en que debemos ser anfitriones también la tienes respecto al tiempo que tendremos después para nosotros solos. Y que sepas, que pienso tomarte la palabra.

Y así sin más se separa de mí para salir de mi closet, dejándome sin respiración y con las emociones a flor de piel. De hecho, mi cuerpo reacciona segundos más tarde a su partida, e involuntariamente llevo mis propias manos hasta mis caderas, en el lugar preciso donde él las había posado segundo antes, para acariciarlas como si de sus propias manos se tratasen. Y me pregunto en la soledad de aquella habitación llena de lujos, cuál es el poder que tiene Marcos para atraerme tanto. En cualquier sentido. Incluso cuando ni siquiera lo intenta, incluso cuando mi cuerpo reacciona sin previo aviso. Si no estuviéramos en la época en la que estamos, podría pensar desde luego que había en ello algo de brujería, porque desde luego que lo nuestro era algo de otro mundo.

- ¡Nena voy a darme un baño! ¡Te dejó la ducha a ti! -escucho desde el otro lado de la habitación haciéndome salir de mis propios pensamientos. Supongo que entonces Marcos ya habrá incluso elegido la ropa de hoy.

- ¡Vale!

Aprovecho para prestarle un poco de atención a toda la ropa que Marcos ha pedido para mí. Y aunque todavía me cuesta creerlo y asimilarlo, dejo el tema aparte en cuanto veo unos pantalones vaqueros altos y una blusa blanca corta. Cojo las zapatillas blancas y un bolso negro de hombro. Perfecto.

- ¿De verdad las mujeres tenéis que tardar tanto en arreglaros? - dice mi chico apoyando su brazo en el marco de la puerta ya vestido y con el pelo mojado. -He estado esperando por si te unías a la ducha conmigo, pero menos mal que he desistido porque si no en vez de novio tendrías a una pasa.

- No dramatices, no he tardado tanto -le digo intentando parecer lo más seria posible.Pero la verdad es que verle tan guapo y bromeando me desconcentra de mis objetivos.

- ¿Estás intentando excusarte, preciosa?

-No, solo digo que no tienes razón. Apenas llevo aquí cinco minutos. -Intento pasar por su lado, pero su cuerpo me impide seguir mi camino.

- ¿A quién intentas engañar cielo? - susurra sobre mis labios, y yo casi me dejo caer rendida en los suyos, cuando él los aparta rápidamente de mi boca.

- Nena, tenemos visita - suelta de un momento a otro poniendo la sonrisa más arrogante que puede en su cara. Bien jugado cariño, bien jugado.

- Maldita seas por ser tan arrogante Marcos Rodríguez -le digo pasando, ahora sí, por su lado hasta llegar al baño mientras le escucho reír.

-Maldita seas por estar tan buena, Mía Hills.

VOLVER A TENERTE. (II)Where stories live. Discover now