No te lo voy a perdonar nunca.

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#Mía

No sé siquiera si llego a escuchar el reclamo de mi voz pronunciando su nombre. Los dos nos quedamos en silencio, de pie y con la mirada fija en el otro durante varios minutos, minutos que me tomé para analizar la situación y poder enfrentarme a ella. Después de estar cinco años sin vernos, allí estábamos los dos, ahora como adultos, tendríamos que comportarnos como tal.
Él llevaba el pelo desarreglado, una camiseta blanca que le hacía resaltar todos el músculo que había ganado en este tiempo, un pantalón caqui de vestir y sus carísimos zapatos de Tommy Hilfiger. Ahora tenía treinta años, y además los aparentaba. Sin embargo, a pesar de mis intentos por no fijarme en él, mi instinto lo encontró realmente guapo. Más adulto. Más hombre.

- No me lo puedo creer- le oigo decir.

- ¿El qué?

- ¿Esto significa que acabaste la carrera y que ya estás trabajando como interiorista? - dice mientras señala con sus brazos toda la oficina indicando a qué se refiere.

-Sí. - le digo mientras observo como entra en mi oficina sin preguntar, deambulando por ella mientras observa cada rincón, cada detalle. Yo me dirijo hacia la puerta y la cierro con el fin de tener más privacidad, pero al volver la vista hacia él mi corazón se detiene mientras observo como tiene cogido el cuadro de mi escritorio entre sus manos mientras lo mira fijamente

- Es realmente preciosa- dice sin poder dejar de mirar la foto de Olivia.
Me acuerdo de cuando la tomé, Olivia cumplía sus cuatro años y le habíamos hecho una fiesta de cumpleaños en la que habíamos invitado a todos sus amigos del colegio a casa. En la foto sale ella con un gorrito rosa de pescador que le regaló su mejor amiga mientras sonreía a la cámara. Su cara era todo lo que podía apreciarse en esa foto, y parecía un ángel.

- Sí, lo es.
Por primera vez desde que entró en la habitación, Marcos hace contacto visual con mis ojos. Está tan extremadamente guapo, irresistible. Observo inconscientemente el lunar que tiene en el lado derecho del cuello, ese que tantas noches he acariciado hasta quedarme dormida, ese que tantas veces he besado. Ahora me trae recuerdos tan lejanos, que duele.

- ¿Dónde está? ¿Ya va al colegio o la cuida alguien por ti mientras trabajas? - su voz es tan exigente que me hace sentir mal al instante.

- Ahora mismo va al colegio, no saldrá hasta dentro de unas horas. Así que tendrás que esperar hasta entonces.

- He esperado años solo parada poder ver su cara a través de una foto, así que no voy a tener ningún problema en esperar unas horas más.
Sus palabras caen sobre mí como si me estuviesen clavando puñales poco a poco. La exigencia en su voz, las palabras de reproches... no sabía cómo podía tratarme así después de todo lo que habíamos vivido. Me odiaba, Marcos me odiaba como nunca pensé que lo haría, y no le culpaba por ello porque yo sabía que había hecho las cosas mal, pero inevitablemente me dolía descomunalmente la manera en la que se dirigía a mí. Yo aún le quería...

- Llamaré a mi jefe y le diré que me tengo que ir a casa por asuntos propios. Hoy tenía pensado salir un poco más tarde, así que será Polo quien la recoja del colegio. - Él asintió. Yo hice la llamada, y cinco minutos después estábamos fuera del edificio.

- Vamos en mi coche, mandaré a alguien a recoger el tuyo- dice él con tono autoritario.

- No, yo iré en el mío. Tú puedes seguirme.
Observo como se mete en su coche resignado mientras yo me dirijo al mío. Dudo mucho que pudiese soportar el trayecto tan incómodo que hubiera tenido con él en ese coche. Dudo mucho que pudiera seguir aguantando mucho más tiempo su frialdad, la lejanía con la que me está tratando. Su ira hacia mí me e estaba resquebrajando, pero no podía dejar que esto siguiera así o acabaría conmigo.
Quince minutos después me estoy quitando una lágrima de la cara, frenando el llanto antes de que caiga alguna más. Me bajo del coche cuando llego a la entrada del edificio y le doy las llaves al portero mientras le doy las gracias. Giro mi cuello para ver a Marcos darle las llaves de su coche a... ¿Ramón? Espera, ¿ese es Ramón? Intentó captar su mirada, pero se mete en el coche antes de poder conseguir que se dé cuenta de que estoy aquí.

- Así que aquí vives- le escuchó decir cuando llega hasta donde estoy yo.

- Lo siento si tampoco te parece bien Marcos, pero he trabajado mucho para poder vivir aquí y estoy muy orgullosa de ello, así que, si no vas a decir nada bueno en ningún momento, ahórrate las palabras. No quiero más negatividad por hoy. - Me meto en el ascensor sin importarme lo más mínimo lo que tenga que decirme, y cuando veo que él entra de mala gana le doy al piso que es. Pero para mí mala suerte, la subida se me hace interminable y la tensión que tenemos ahora mismo entre nosotros no hace más que aumentar mis ganas de decirle cuatro cosas.

- No te hubiera costado ningún trabajo si en algún momento hubieses decidido pensar en mí- vuelve a reprocharme. Pero yo no estoy dispuesta a montar un numerito para todos los vecinos, así que en cuanto le veo entrar al piso cierro la puerta detrás de mí y me preparo para lo que está por venir.

- ¡No vuelvas a reprocharme más cosas Marcos! ¡Y deja de hablarme así! ¡Cómo puedes tratarme como una desconocida después de todo lo que hemos vivido! ¡Cómo puedes odiarme así! ¡¿Cómo?!- las lágrimas de rabia comienzan a salir de mis ojos sin control ninguno mientras observo como él se ha quedado perplejo ante mi reacción, no se esperaba algo así.

- Tú te dedicaste a acabar con todo eso el día que me dejaste allí tirado en ese aeropuerto, tú fuiste la que se largó sin mirar atrás, sin pensar en mí ni un segundo... Me he perdido los cuatro primeros años de mi hija, y eso no te lo voy a perdonar nunca.

VOLVER A TENERTE. (II)Where stories live. Discover now