Es por ella, ¿verdad?

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#Marcos

-Bueno, adiós. -Me deja un casto beso y se da media vuelta rápidamente para meterse en su edificio dejándome allí como un bobo viéndola marchar. Un beso y una despedida sin más, después de todo lo que nos hemos dicho.

-Adiós -le digo a la nada cuándo ya no veo ni su silueta. Será mejor que me encienda un cigarrillo.

- ¡Eh, muévase!- me dice un tipo vestido de sport cuando choca su hombro con el mío. ¿Pero qué cojones hace?. Casi me quemo con el mechero.

-Imbécil- digo para mí mismo cuando le veo marcharse. Si se hubiera parado le hubiese dicho cuatro cosas. Hace mucho que no utilizo mi fuerza, pero mi puño siempre está dispuesto si es necesario.

-Eh, Marcos - escucho decir cuando estoy por marcharme y dejar de mirar hacia el balcón del piso de Mía como un idiota. ¿Estará mi hija ya en casa o también tendrá clases de tarde?

- Hola, Polo -le digo antes de girarme hacia él. ¿Quién más podría conocerme aquí?

- ¿Vas a subir?

-No -digo negando con la cabeza mientras suelto el humo por la boca- Pero gracias, ya veo que hoy estás de mejor humor.

-Estoy igual, Marcos. Lo único que no quiero es ver a Mía sufrir de nuevo por otra de tus meteduras de pata. -Yo asiento mientras sigo fumando. ¿Qué iba a decirle? ¿Qué estaba mintiendo?. Así que me quedo observándole mientras tiro la colilla al suelo para después pisarla.

- ¡Polo!- Él se gira hacia mí antes de entrar al edificio- Gracias, por cuidarlas todo este tiempo.

Me marcho sin esperar una respuesta, ni una palabra. Solo me aseguro de que las llaves de mi coche siguen en mi bolsillo y me pongo a andar en dirección al parking del restaurante donde hemos almorzado Mía y yo. Me permito observar con detalle todo lo que me rodea a medida que avanza mi paso, pero en cada mujer veo a Mía y en cada niña a mi hija Olivia.
¿Qué me había hecho? ¿Porque no era capaz de sacarle de mi mente? ¿Qué tenía ella que no encontraba en ninguna otra mujer?.
Cuando llego a mi coche, ya con el cielo anochecido, me tomo unos segundos para ver la hora que es en la pantalla de mi móvil, pero las llamadas perdidas de Cloe se roban toda mi atención. Cloe. Apoyo mi cabeza en el respaldo de mi asiento y suspiro preguntándome como lo iba a hacer ahora. Ella era una mujer tan increíblemente increíble.Era guapa, alta, lista, buena, lo tenía todo. Ella era todo lo que un hombre necesitaba tener en su vida, cualquiera daría lo que fuese por tenerla como la he tenido yo... pero no era Mía. Ese era su único defecto, que no era Mía.

-Señorito Marcos -dice Ramón cuando llego a la recepción del hotel.

-¿Qué haces aquí? ¿Me estabas esperando?- le digo mirando la hora de nuevo. Ya era tarde y el camino hasta el hotel había sido largo a causa del tráfico.

-Señorito Marcos, la señorita Cloe está preocupada. Lleva horas esperándole y preguntando por usted, por si alguien de él servicio sabía algo de usted.

-¿Ha pasado algo? ¿Le ha pasado algo a Cloe? -Espero que no, porque eso sería el detonante para hacerme sentir la peor persona del mundo hoy.

-No. De hecho está arriba esperándole.

- ¿Ha cenado?-Ramón niega. Joder, cómo la he cagado.

-No, encargué su cena. Pero no ha querido probar bocado, parecía estar bastante... triste señor.

-Está bien. Gracias Ramón, puedes irte a descansar ya por hoy. Mañana será otro día. -Ramón asiente y me deja en el vestíbulo del hotel solo. Suspiro. Vamos allá.

-Buenos noches- me dice una pareja de huéspedes que pasan por mi lado cogidos de la mano. Yo levanto la mano derecha a modo de saludo mientras que con la otra pulso el botón del ascensor. No me apetece hablar con nadie.

-¿Hola? ¿Cloe? - digo cuando veo que las luces de la suite están completamente apagadas. ¿Dónde se ha metido?. Me alarmo. Empiezo a buscarla por toda la planta. Mierda, ¿porqué habré cogido un sitio tan grande? Esto es prácticamente una casa. -¡Cloe!

-Estoy aquí, no hace falta que sigas gritando. - Me giro hacia el lugar desde el que se proyecta su voz. No me gusta lo que veo. Aún no le he dicho nada y ya me encuentro a una Cloe desaliñada, triste, con una copa de vino y sin querer mirarme a la cara.

-Cloe -digo sorprendido. Nunca la he visto así. No queda nada de la Cloe feliz que conozco en la chica que tengo delante. Ella ni siquiera aparta su mirada del ventanal.

- ¿Tan difícil era contestarme una llamada? ¿Mandarme un mensaje al menos?.

-Cloe, yo... - pero no soy capaz de contestar, no tengo argumentos para defenderme.

- Llevamos tres días Marcos, tres días en Nueva York. Dijiste que íbamos a disfrutar de este viaje, incluso cuando la razón de venir no era por nosotros- se gira hacia mí, y ver todo el rímel corrido en su cara solo me hace sentirme peor. - De esos tres días solo has estado conmigo horas, la mayoría para dormir.

-Lo siento - digo agachando la cabeza.

-No, yo lo siento. Lo siento porque encima me preocupo cuando está claro que tú no lo haces por mí.

-Eso no es verdad- le digo serio.

- ¡Que dejes a tus empleados a cargo de mí como si fuese una cría para que se encarguen de que coma y de llevarme de un lado a otro no es cuidar de mi! ¡Ayer estabas tan cansado que no quisiste ni tocarme! ¡Nunca antes me habías rechazado! - dice mientras grita sin parar de llorar y con su copa en la mano.

- Yo no te estaba rechazando Cloe, fue un día muy duro.

-¡No ha habido ni un solo día desde que bajamos de ese avión que no haya sido duro, Marcos!

-Clo, cálmate- digo intentando acercarme a ella, tocarla para que pueda calmarse. Pero ella no me lo va a poner tan fácil.

-¡No me llames Clo! ¡No me llames Clo! ¡¿Sabes lo sola que me he sentido estos días?! - dice dejando su copa de vino en la barra del mini bar- ¡Me he sentido sola incluso estando contigo! ¡Incluso estando contigo, Marcos! ¡Sola! ¡Sola!- dice dándome golpes con sus manos en el pecho. No hago nada más que permitirle desfogarse hasta que se calme. Me lo merezco.

-Cloe - le digo agarrando sus muñecas minutos más tarde. Tiene que calmarse o se va a hacer daño.

- Es por ella, ¿verdad?.

VOLVER A TENERTE. (II)Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum