Un sabor tan agridulce que llegaba a quemar.

41.2K 2.4K 205
                                    


#Mía

Anoche me quedé dormida abrazada a un feliz Marcos y con Olivia entre nosotros dos. Esta mañana me habían despertado ambos a besos, y yo no podía estar más feliz. Por mucho que estuviera deseando salir de esta casa y no volver a mi suegro, daba todos los días las gracias a Dios por poner al resto de personas que había en esa casa en mi camino.

- ¡Mamá péiname por favor! -grita Olivia llegando hacia mí con los ojos llorosos. Mi cuerpo se tensa al instante, espero que no se haya encontrado a Ignacio por la casa y le haya dicho nada.

- ¿Qué ha pasado? ¿Estás bien cielo? -pero a mi hija no le da tiempo a contestar cuando entra su padre con un peine en una mano y un spray en la otra.

- Deja a tu madre que termine de arreglarse, Olivia. No lo estoy haciendo tan mal. -Miro a mi chico aguantándome las ganas de reír, pero él no aparta la mirada de nuestra hija, quien me mira con ojitos de cordero degollado suplicándome con la mirada que le ayude.

-He terminado cariño, mejor la peino yo mientras tú sacas el coche. -Le digo con la intención de que no se ofenda, pero parece ser que consigo justo lo contrario.

-No lo hago tan mal -susurra antes de marcharse por la puerta cabizbajo. Tan bien un poquito dramático he de decir, pero es que Olivia era una niña muy compleja.

- No llores más, ¿vale? -le seco las lágrimas con mis pulgares y le dejo un beso en la mejilla.

-Es que papá me da tirones y me deja fea. -Me agacho a su altura y la siento en la cama para acercarme a ella.

-Tienes que tener más paciencia con papá, cariño, él todavía está aprendiendo. Además, tú no puedes estar fea porque no eres fea.

Olivia asiente en mi dirección un poco más calmada, y es ahí cuando aprovecho para deshacer el desastre de Marcos. Por lo visto, peinar a niñas pequeñas no era uno de sus fuertes, pero no pensaba decirle nada a mi hija para no darle más importancia. Me basé en hacerle preguntas sobre cómo se lo estaba pasando mientras le hacía una sobre cola, y ella se limitaba a contarme lo mucho que le gustaba los juguetes y las cosas que tenían los hermanos de Marcos. Gracias a Dios, se habían llevado realmente bien desde un principio.
Cuando termino de peinar a mi hija, la miro de arriba abajo y observo que lleva puesto un peto blanco con una camiseta celeste a juego con sus pequeñas alpargatas. Supongo que Marcos habrá ido esta mañana al coche a por ropa para ella también, así como lo había hecho conmigo.

-¿Estás lista? -le digo a mi hija que observa desde la cama como me pongo los pendientes frente al espejo.

-Si mami - dice llegando hasta mí para darme la mano.

- Pues vamos, que nos tenemos que despedir de todos. -Le echo un último vistazo al espejo para verme antes de salir. Llevaba un vestido blanco, corto y suelto junto con unas sandalias marrones y mi bolso a juego.

- ¡Espera mami! ¡Falta Mafalda!- Olivia separa su mano de la mía tan pronto como puede y se echa a correr por la habitación hasta adentrarse en el vestidor de su padre, haciéndome pensar en el anillo que vi el otro día. En Marcos, en Cloe, en esa mujer con ese anillo en la mano. Dios...

- ¡Oli! ¡Oli! -Llega Liliana corriendo a la habitación. Me mira rápidamente antes de pasar como un rayo por mi lado y sacarme por completo de mis pensamientos.

- ¡Ya estoy mami!- Olivia sale corriendo también del vestidor, y como era de esperarse, ambas se chocan. Pero para mí sorpresa y agrado, ninguna se ha molestado ni tampoco se han hecho daño, sorprendentemente se están riendo la una con la otra como si les hubiesen contado el chiste más gracioso del mundo.

- Mi hermano me ha dicho que te vas -pero Olivia pone cara de confusión, hay cosas que todavía no comprende - Tú papá -aclara Lili- Y te he hecho una pulsera de amistad, para que seamos amigas para siempre.
Yo miro mi muñeca izquierda. Después de tantos años, la pulsera de Lili seguía en mi mano bajo la misma promesa que le acababa de hacer a mi hija, incluso yo misma le había puesto otras cuerdas a lo largo de los años. Era un objeto con bastante valor sentimental para mí, pues ella fue la primera que me abrió sus brazos en esta casa con apenas cuatro años de edad.

-Gracias -responde mi hija algo tímida.

- Mía -dice Lili de repente - ¿todavía tienes la tuya?

- Por supuesto. -Extiendo mi brazo en su dirección para que lo vea, a lo que ella me responde con una sonrisa.

- Yo no me acordaba porque sé que cuando te conocí era una niña pequeña, pero Marcos me ha visto haciéndole una a Olivia y me lo ha dicho.

- La cuido mucho desde entonces, es muy bonita -digo en su dirección.

-Sí -contesta tímidamente.

-Vámonos o Marcos vendrá y nos llevará a cuestas.

- ¡Qué venga! -responde Lilia todo pulmón. Y la entendía, ¿a que niño no le gustaba cuando Marcos jugaba con ellos y les revoloteaba por los aires?
Me limito a reírme y a tomar a cada una de la mano para salir de la habitación con mi bolso colgado en el hombro. Y bajando por las escaleras, me encuentro a mi hombre despidiéndose de su madre y de su hermano con besos y abrazos, por lo que imito sus acciones aún con a Olivia de la mano, que no quiere soltarme.

- Puedes venir cuando quieras cariño, aquí tendrás tu casa siempre. Y además, Lili y Tomi estarán encantados de jugar contigo -le dice Eva a Olivia cuando se da cuenta de lo triste que está por despedirse de sus nuevos amigos.

- Vale -susurra a Olivia escondiéndose detrás de mis piernas. A lo que Eva le responde con una sonrisa.

- Y a ti hija, que me llames mucho y me visites cuantas veces quieras. -Me abraza sin previo aviso y una oleada de sentimientos encontrados me golpea bruscamente. Intento hablar cuando me separo de ella, pero un nudo en la garganta y las lágrimas a punto de salir en los ojos me lo impiden.

-Será mejor que nos vayamos -susurra Marcos pegándome a su cuerpo, donde no tardo en refugiarme.
Y así, salimos los tres de aquella casa, con un sabor tan agridulce que llegaba a quemar.

-

VOLVER A TENERTE. (II)Where stories live. Discover now