Extra I

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#Mía
Tres días más tarde...

- ¡Marcos! ¡No! -gritaba a todo pulmón mientras veía a Ignacio apuntando a mi hombre con una pistola.

- Eres despreciable -oí a Marcos decir con todo el menosprecio posible que se podía expresar a través de la voz.

- ¡Marcos déjalo! ¡Marcos vayámonos! -pero por más que gritaba, nadie me escuchaba. -¡Marcos! ¡Marcos!

-¡Policía! -es lo último que escucho antes de apretar el gatillo en su dirección. ¡Pum! Y un golpe seco en el suelo. Después todo lo que veo es negro.

- ¡Mía! ¡Nena despierta!

Entonces abro los ojos de par en par mientras me reincorporo en la cama para coger aire. Dios mío, solo ha sido un sueño. Me llevo las manos a la cara y me restriego los ojos con ellas mientras que intento no volver a romper en llanto. Marcos no se lo merece.

-Lo siento -susurro cuando le veo levantarse y encender un cigarro de la cajetilla que guarda en su mesita de noche. Él no dice nada, tampoco me mira, solo sale al amplio balcón de nuestra habitación y se pone a fumar. Ni siquiera ha amanecido.

- Ahora vuelvo -anuncia aún dándome la espalda antes de salir.

- Lo siento bebé- le susurro a mi tripa cuando noto como se mueve - No quería despertarte.

Me levanto despacio de la cama, me coloco las zapatillas y me pongo la bata de seda que horas antes me había quitado Marcos. Y cuando llegó hasta el balcón le escucho hablar, haciendo estremecer cada mínima parte de mi cuerpo... nunca dejaría de tener ese efecto en mi.

- Creía que las pesadillas no iban a ser continuadas, creía que todo esto no te iba a afectar tanto. No sabes lo que hubiese dado por ser yo quien apretase el gatillo. Por tener las pesadillas. Por ahórrate todo lo que te suponga un sufrimiento. - Se gira para quedar cara a cara conmigo, con la luna reflejando la mitad de su rostro y la ve de su cuello hinchada. No puede ser más irresistible para mis ojos.

- Lo siento -vuelvo a decirle mientras hundo mis dedos en su pelo.

- Ese día, Mía... cuando te vi tirada en el suelo y en esas condiciones, supe que no quería volver a pasar por lo mismo que con Olivia.

-Tú también hubieras hecho lo mismo por mí -susurro sobre sus labios. Mis miedos y la sensación de tristeza que me habían invadido hace un rato, se esfumaron tan pronto como Marcos rodeó mi cuerpo con sus brazos.

-Has matado a una persona por mí. Después de eso ya no haba nada que pueda separarnos.

- ¿Y si me descubren? -Era algo que había querido preguntarle desde hacía días, y por fin me atrevía.

-Nadie Mía. Te juro que nadie se va a encargar de eso. Ante la justicia, mi padre ha muerto por suicidio propio debido a la llegada de la policía. Tenía todas las de perder.

- ¿Y ese hombre? Ya sabes, el que casi me.. me viola- susurro con un nudo en la garganta. Él me acaricia el pelo mientras mis ojos queman.

-Ramón se ha encargado de todo nena, el juez cree que se dio a la fuga en cuanto tuvo la posibilidad. Todo cuadra, todo encaja. No tienes nada de lo que preocuparte cielo, estoy aquí. -Marcos me estrecha contra él, y entonces las lágrimas comienzan a salir a borbotones de mis ojos como si de un bebé hambriento se tratase.

- Soy una criminal -digo con la voz entrecortada- soy una maldita criminal, Marcos.

-Shh nena, no lo eres. No lo eres. Si no lo hubieses hecho tú, tarde o temprano lo hubiera hecho yo.

Mi cuerpo se calma ante su voz, ante su respiración, con sus brazos rodeándome. Los dos solos en ese balcón bajo la luna y en el completo silencio pasamos dos o tres minutos, hasta que sin decir una palabra, él me coge en brazos y me lleva con él dentro. Coge una manta del armario aún conmigo en brazos, se sienta en el sillón rojo que tanto nos gusta, y me acurruca sobre él como si fuera una niña pequeña.

- Gracias - susurro escondiendo mi cara en su cuello.

- Contrataremos a un especialista de confianza con el que puedas hablar sin miedo a que nos delaten. Mientras tanto, tendrás que conformarte conmigo.

- Me vale -le digo sonriendo. Él me devuelve la sonrisa también.

- ¿Qué? -pregunta cuándo me ve mirando fijamente cada una de sus facciones.

- ¿Sabes? -le digo acariciandole la barba que le había salido en estos tres días - Después de todo lo que hemos pasado, me cuesta creer que por fin haya acabado todo. Marcos, la mayoría de las personas que existen en el mundo se pasan la vida intentando encontrar a su alma gemela, intentando encontrar a alguien que les haga sentir como... como me siento yo cuando estoy contigo. Acabo de cometer el mayor delito de mi vida y no me arrepiento, lo volvería a repetir tantas veces como hiciera falta con tal de saber que vas a estar bien.

- Estás enamorada.

- Y tú también. - Él asiente lentamente sin dejar de mirarme a los ojos. Después nuestros labios se encuentran, sus manos me acarician la piel con la mayor sutiliza posible y yo me dejo hacer, deseando hacer el amor con una vez más. Y él también, lo noto, puedo notarlo por cómo me mira, por cómo me lleva con sutiliza hasta nuestra cama y se deshace de mi ropa interior mientras se detiene dejando besos por todo mi cuerpo.

- Esto es lo que somos, nena. Tú y yo, y ninguno sin el otro - susurra en mi oído antes de morderme el lóbulo.

- Marcos... -gimo cuando rozo el bulto de su entrepierna contra mi feminidad.

- Está bien cielo, esto es todo para ti. -Y tras eso, introduce sus dedos en mí sin dejar de mirarme a los ojos ni un segundo. Está ávido, preparado, deseoso por más. Y yo también, le necesito.

- ¡Marcos! -grito cuando se introduce lentamente en mi. Gimo mientras se mueve y me muerde el cuello, me pellizca los pezones y me coge fuertemente del pelo para acercar su cara a la mía y pronunciar sobre mis labios:

- ¿Lo ves cielo? ¿Entiendes esto? ¿Entiendes que no hay Marcos sin Mía?

- Marcos... -susurro cuando comienza a introducirse con más intensidad.

- Sí, es eso. Eres mía, preciosa.

VOLVER A TENERTE. (II)Where stories live. Discover now