Vaya par.

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#Mía

- Mía, sé que no me incumbe, pero mira a esa niña- yo observo a mi hija viniendo hacia nosotros mientras la gente de las mesas le miran con adoración- ya te preguntó una vez por su padre y le hiciste olvidar el tema preguntándole qué regalo quería para su cumpleaños. No siempre va a ser una niña pequeña a la que puedas distraer y que no tengas que contarle la verdad.

- No Polo, las cosas no son así. ¿Qué verdad le cuento? ¿La parte en la que su padre no quiere saber nada de ella? ¿O le digo que tiene un padre que solo llama de vez en cuando a Lili para que le informe de cómo está su hija porque no quiere tener nada que ver conmigo y se niega a hablarme?

- Mía, solo quiero que Olivia no sufra.

- ¡Hola otra vez! ¿Vamos a comer ya? - yo asiento hacia mi hija intentando no soltar ninguna lágrima. Sé que Polo no dice nada para hacerme daño y que lo más probable es que lleve razón, pero yo no pude quedarme en ese lugar, y la vida lleva castigándome desde entonces por ello.

- ¡Eh, Oli! Dame una patata- Polo extiende la mano hacia mi hija que pone enseguida un gesto de desagrado en su cara... compartir comida nunca ha sido su fuerte.

- ¿De verdad quieres tito? Mami dice que esto es para los niños, y tú ya no eres un niño- intentó aguantarme la risa, pero la cara de Olivia hace que comience a reírme, a veces se pasa de inteligente para la edad que tiene.

- ¿Cómoooo? - dice mi amigo en tono dramático- ¿Estás diciendo que yo, el príncipe Apolo no puede comer un nugget? - mi hija se ríe a carcajadas viendo a su tío exagerar sus palabras con gestos. El príncipe Apolo es un personaje que se han inventado ambos para jugar a tomar el té.

- Titoo- dice Olivia entre risas con una patata en la mano.

- No mi amor, tienes razón haré cosas de personas mayores como tú mamá y dejaré de tomar el té contigo. Una pena porque la señora Mafalda y yo seamos tan íntimos- me río al escucharlo, la señora Mafalda es un peluche de una cerdita que le regaló a Olivia, y ella la sienta a tomar el té con ellos cada domingo.

- Oye, yo no soy mayor. Solo tengo veinticuatro años- digo dándole una torta a mi amigo en la espalda.

- ¡No tito, no dejes de jugar conmigo! ¡Te doy todos mis nuggets! - observo como Olivia le extiende inocentemente la cajita con todos sus nuggets esperando que su tío acepte el trato.

- ¡Eso quería oír! - le dice quitándole un nugget. Vaya par.

- Mami yo ya he terminado, ¿me puedo ir a jugar? - yo asiento mientras le doy un beso antes de que se vaya, y en cuanto la suelto sale corriendo con el resto de los niños.

- Bueno, ya me puedes contar lo que te pasó anoche- le digo.

- ¿Cómo lo sabes? Ni siquiera grité al teléfono, pensaba que Olivia estaba dormida.

- Pues no lo estaba, porque hoy al recogerla del colegio me ha dicho que te vio triste anoche... ¿Qué ha pasado? ¿Es por Matt? - Matt era el chico con el que llevaba dos meses viéndose, incluso lo ha traído dos o tres veces a casa, y eso es raro en él.

- No, sí... bueno no sé. Mira Mía, yo sé que estoy muy bien con él y que siempre nos divertimos, además de que nos entendemos de lujo en la cama.

- Perooo...- digo incentivándole a seguir hablando.

-Pero él quiere tener una relación cerrada y yo no sé si estoy preparado para eso. Tú sabes que yo soy muy activo sexualmente y que no me conformo con poco, que no digo que él no vaya a estar a la altura, porque sé que sí que lo va a estar... pero yo no quiero que él se canse de mí ni quiero cansarme yo de él.

-Lo que deberías hacer, es ir y enfrentarte con él cara a cara, decirle todo lo que piensas hasta que llegue a entenderte por mucho que le cueste- miro por el rabillo del ojo a Olivia, que está hablando con otro niño, y en cuanto me aseguro de que está bien, vuelvo a poner toda mi atención en mi amigo.

- ¿Y si de esa manera ya no quiere tener nada más conmigo tía? Hacía mucho que no estaba así con nadie- me detengo un momento para observarle y analizar la situación en mi mente antes de dar una respuesta coherente al problema.

- Si no te quiere una vez que le hayas explicado lo que necesitas, entonces es que no vale la pena, y si decide seguirte compartiendo hasta que decidas asentar la cabeza con él como pareja estable, entonces ese será el tuyo. Sin más.

- Hablaré con él esta noche en casa, le invitaré a cenar- yo asiento, al fin y al cabo, es su casa y a mí el chico me cae genial. Bueno, quien dice chico, dice hombre que tiene nuestra edad. - ¿Nos vamos?

-Sí, ¿Dónde se ha metido esta niña ahora? - digo mirando a todos lados, siempre igual de escurridiza ella.

- Eh Oli, nos vamos.

- ¡Vale me voy a poner los zapatos! ¡Esperadme! - dice antes de salir corriendo como si nos fuésemos a ir a alguna parte sin ella. Me hace gracia, eso no va a pasar nunca.

- Esta hija tuya, es igual de exagerada que su madre, igual de dramática y a la vez encantadora.

- ¡Ya estoy! - dice mi hija llegando con un folio en la mano y la cola que le había hecho toda desecha.

- De verdad cielo, que no sé dónde metes la cabeza cada vez que vas a jugar - le digo al verle todo el pelo desaliñado. Ella se tapa la boca mientras se ríe de manera pillina. Qué estará tramando...

- Mira mamá lo que me ha regalado ese niño- dice enseñándome el papel que lleva en la mano a medida que salimos a la calle- ¿Quieres que te lo lea?

- Espera Olivia no te muevas que te voy a peinar- sacó el pequeño cepillo manual que llevo en el bolso y comienzo a hacerle de nuevo la cola en mitad de la calle.

- Mira mamá pone: "Eres muy guapa, ¿te quieres casar conmigo?" - Entonces Polo y yo nos miramos extrañados, pensando que mi hija todavía no sabe leer, pero que quizá se lo han leído. Y cuando observamos el folio... solo había un garabato en él. Ambos nos echamos a reír, se lo había inventado todo.

- Lo que yo decía, igual que su madre.

VOLVER A TENERTE. (II)Where stories live. Discover now