No voy a pedir perdon por eso.

38.3K 2.5K 92
                                    


#Mía

Pasamos una hora y media en ese banquito hablando los tres. Bueno, o más bien escuchando a Olivia. Nos levantemos de él a causa de la calor, pero juro que si no hubiese sido por eso, me hubiese podido quedar ahí horas y horas escuchándolos debatir sobre tener mascotas o no y mil cosas más.
Marcos se encargó de enseñarnos la casa, era espaciosa, minimalista y muy blanca. Estaba decorada totalmente a mi gusto, incluso cuando yo no había tenido nada que ver. Pero Marcos sabía de sobra lo mucho que me agobiaba ver espacio llenos de trastos, jarrones o incluso figuras de esa que pone gente para decorar en sus casas sin ninguna utilidad.

- Sabía que te iba a gustar.

- Me encanta.

-A mí también me gusta papi -dice Olivia sin dejar de mirar todo a su alrededor aún agarrada a mi mano.

-Mas te vale no pintar paredes, muebles ni sofás señorita, y mucho menos tenderte en el si traes la ropa sucia. -Le señaló con el dedo a medida que hablo intentando imponer algo, pero lo único que consigo es una pequeña rosa pillina por su parte.

-Me alegro de que te guste preciosa, pero creo que hay algo que te va a gustar mucho más.

- ¡Mi cuarto! ¡Mi cuarto! ¡Mi cuarto! -grita Olivia dando saltitos sobre su propio cuerpo.

- ¿Quieres verlo? -A nuestra hija se le iluminan los ojos en cuestión de segundos. No es que haya sido una niña con pocas cosas o que le haya faltado algo nunca, pero todo lo que yo y Polo le habíamos dado estos años no podía competir contra lo que Marcos le ofrecía ahora mismo. Quiero decir, ¿qué niño no se impresionaría teniendo una casa así? ¿Y un mini parque para el solo?

-¡Sí! -Y antes de me pueda dar cuenta, Olivia ya me ha soltado la mano para subirse en los brazos de su padre, quien la lleva contento a medida que sube las escaleras hacia la segunda planta.

- ¡Esperadme! - les digo saliendo tras ellos.

- ¡Qué bonito papá! -escucho decir a Olivia cuando llegan a la segunda planta. Enseguida entiendo a que se refiere, nada más pisar un escalón de las escaleras, se puede ver un enorme cuadro con una foto de nosotros tres totalmente felices ajenos a la cámara y a quien sea que nos haya hecho la foto.

- Dios mío -susurro mirando a mi hombre.

- Nos la hizo Lili el día que cenamos con ellos en la feria. Le dije que no te la pasara, quería que fuese una sorpresa para la casa nueva. -Asiento sin dejar de observar la foto. En ella se ve a mi hija riendo en los brazos de su padre mientras él se acerca a darle un beso y yo sonrío observando la escena con el brazo de Marcos sobre mis hombros.

-Es precioso. Impactante. -Algo se cruza en nuestra mirada, es algo que va más allá de las chispas.

- ¿Podemos ver mi cuarto?

-Claro cielo- le respondo a mi hija entre risas. Es un ángel, pero a veces...

Cruzamos otro amplio pasillo, lleno de luz y con un espejo que cubre por completo la pared paralela a las escaleras. Agarro la mano de Marcos entrelazándola con la mía, y él al instante la recibe dándole un breve apretón. No podría quererle más ni aunque lo intentara, lo que yo sentía por él iba más allá de cualquier cosa que pudiera controlar.

-Aquí está -dice mi novio dejando a Olivia en el suelo.

- Me estás poniendo nerviosa incluso a mí -le susurro a Marcos en el oído. Pero él muy capullo solo se ríe de mí.

- Ábrela Olivia. -Olivia le hace caso a su padre y abre la habitación de par en par, tarda un segundo en echarle un vistazo antes de ponerse como una loca y dar vueltas correteando de un lado al otro y sin dejar de tocar todo aquel que está a su alcance.

- ¡Me encanta! ¡Me encanta! ¡Voy a poner a Mafalda aquí! -dice señalando el centro de su cama.
Reconozco que incluso yo estoy encantada con la habitación. Tiene grandes ventanales, una cama con sábanas blancas y cojines rosas, un escritorio, un castillo de princesas, un oso de peluche enorme, un... ¿vestidor?

- Campeón, ¿no crea que te has pasado un poco? -pregunto ante un arrogante Marcos. Está completamente feliz y orgulloso ante la reacción de Olivia.

- No, que va -responde sin dejar de mirar a nuestra hija. Y ahí está la sonrisa de arrogante tan  característica de él.

- ¡Mamá! ¡Tengo un baño para mí sola! -dice Olivia exagerando los gestos con las manos - ¡Y un vestidor! ¡Cómo papá en la casa de abuela! - Ella se vuelve a meter en el vestidor para mirar todo lo que hay dentro, que supongo que además, será ropa nueva. Y yo me doy media vuelta para salir de ahí antes de volverme loca.

- ¿Qué haces? ¿A dónde vas? - pregunta Marcos tirando de mi muñeca hacia él para impedirme que siga avanzando.

- Al porche. A tomar el aire.

- ¿Qué? Cielo, todavía no has visto nuestra habitación. Te va a encantar.

-Estoy segura de ello -le digo soltando su agarre de mi brazo ante su mirada de confusión. ¿De verdad no se da cuenta?

-No vas a ir a ninguna parte sin decirme antes que es lo que te pasa. Estabas bien hasta hace un momento. ¿Es que hay algo en la casa que no te gusta? ¿Las ventanas en la habitación de Olivia? ¿Las escaleras?

-Marcos -digo interrumpiéndole.

-Lo podemos cambiar.

-Marcos -digo relajando mi tono al ver que no se va a dar cuenta de nada por sí mismo.

-Dímelo Mía, sabes que no soporto que estemos peleados. Bueno, tú conmigo. -Dejo pasar lo último, y me acerco hasta él para ponerle la mano en la cara y acariciarle la mejilla mientras nos miramos fijamente a los ojos.

- Tú y yo sabemos lo que es vivir en una familia acomodada, crecer con todo y más -él asiente- Y por esa misma razón, no quiero criar a Olivia como una niña mimada. Todo esto es excesivo. ¿Para qué quiere tener todos esos juguetes? ¿Sabes cuantos tiene ya? ¿Y la ropa? ¿Crees que va a apreciar algo si la consentimos así?

-Lo siento cielo. Pero lo único que trato de hacer es darle a nuestra hija todo lo que no le he dado en cinco años, además de preocupar que no os falte de nada a ninguna. Y no voy a pedir perdón por eso.

VOLVER A TENERTE. (II)Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon