Gracias.

47.1K 2.9K 269
                                    


#Marcos

No sabía que se podía sentir tanta felicidad hasta el momento en el que Olivia me dijo papá, papi. No había sido tan feliz nunca, ni siquiera cuando Mía me dijo que me amaba por primera vez. Estaba tan entusiasmado en ese momento que pensé que se me saldría el corazón del pecho. Pero eso no era nada comparado con la adrenalina que corría en este instante por mis venas. Mi hija sabía que era su padre. Yo, su padre. Parecía algo surrealista.

-Mami -dice Olivia aún con uno de sus pequeños brazos rodeándome el cuello.

-Dime, mi amor. - Me quedó mirando como Mía acaricia a nuestra hija de nuevo. Me flipa la manera en la que le trata, como le cuida, como le regaña. ¿Como pude negarme a tener esto?

- ¿Papá y tú sois novios?- Mía se pone blanca al instante. No entiendo porqué, creía que todo había quedado lo suficientemente claro.

-Si que lo somos, también somos una familia ahora, cariño -le digo poniéndole el pelo tras la oreja sin importarme los atentos ojos de Mía sobre nosotros.

- ¡¿Vas a vivir con nosotros?! ¡¿Vamos a vivir juntos papá?- yo miro a Mía para ver su reacción. Por supuesto que viviríamos juntos, llevo años esperando algo así.

-Olivia cariño, tú padre es nuevo en esto. Iremos poco a poco, ¿vale?- mi hija asiente conformándose con las respuesta, pero yo no. ¿Qué piensa Mía?

-No, claro que no- digo mirando a Mía para que sepa bien de qué va mi opinión antes de volver la mirada hacia Olivia. - Viviremos juntos muy pronto cariño, tú por eso no te preocupes.

- ¡Vale! ¿Se lo puedo contar a tito mami? ¿Puedo? -Mía no le contesta, no sabe ni qué decir. Así que me adelanto.

- Claro que puedes, preciosa. - Ambos observamos cómo Olivia sale corriendo del comedor dejándonos solos, y yo ya sé lo que me espera. Tres, dos, uno.

-¿Pero se puede saber que es lo que se te ha pasado por la cabeza, Marcos?- dice Mía poniéndose en pie. Bien, está eufórica, mucho más que enfadada. Joder.

-Mía, cálmate. Por fin se lo hemos dicho, por fin somos una familia de verdad, y a nuestra hija le encanta la idea. ¿Dónde está el problema? -le digo tranquilamente mientras me levanto de la silla para ponerme a su altura.

-Marcos, el problema es que hace dos días tenías pareja. Sé que te he dicho que esto era lo que quería y que tú lo querías así también, pero apenas estás dejando que nos adaptemos a todo esto y ya estás prometiendo cosas a Olivia. Ella solo tiene cuatro años, ¿sabes lo fácil que es ilusionarse a esa edad?

-No voy a volver a tener esta conversación ni contigo ni con nadie, Mía. Mi relación dejó de funcionar desde que puse un pie en Nueva York, así que no me reproches nada de eso porque todo lo que he hecho ha sido para estar contigo. Y mucho menos me digas que no ilusione a mi hija, porque sí a ella le hace feliz todo esto, voy a encargarme de no parar hasta dárselo.- Pienso seguir dejando las cosas claras, pero los labios de Mía vuelven a atrapar mis labios con los suyos. Dios, esto es tan adictivo para mí. -¿Y esto porqué? Hace dos minutos estabas regañándome, nena.

- Porque te lo mereces, porque nos lo merecemos. -Sonrío mientras la vuelvo a acercar a mí agarrándole de la cintura. Ella no se resiste, no se opone ni siquiera un poco, y yo aprovecho para volver a unir nuestras bocas. Le tomo del pelo mientras tanto para profundizar el beso. A ella le gusta así, fuerte, duro, siempre se ha rendido de un modo tan placentero a mí.

- Umm- digo cuando siento como mi amigo comienza a hacerse presente. Dios mío Marcos, calma tus pelotas. Solo es un beso.

- Entonces... ¿amigos? -me dice ella bromeando cuando se separa de mí. Yo me quedo mirando sus hinchados y apetecibles labios. Nena, pero que poco acertada estás.

-Cielo -le digo volviendo a acercar su cuerpo al mío hasta sentir su respiración en mi cuello- tú y yo no funcionamos así. Nunca lo hemos hecho.

-Lo sé. -Es todo lo que sale de su boca. Aún con unos cuantos centímetros más que ella, puedo sentir su mirada penetrante sobre mí. No está nerviosa. Está cómoda. Está cómoda conmigo.

-Sigues siendo mía, siempre lo has sido. Desde el primer día que te vi.

-En la entrada de la facultad, ni siquiera me saludaste. Fuiste el único de tus amigos que no lo hizo. -Tiene razón... ¿en que cojones estaba pensando? ¿Cómo fui tan imbécil de no ver desde el primer momento lo que ella era?

-Fui un completo idiota -le digo sobre sus labios.

- Pero entonces en esa fiesta...- dice sin romper la conexión entre nuestros ojos mientras me acaricia la mejilla. Echaba tanto de menos su forma de tocarme, la manera en que me sigue mirando después de cinco años y miles de desgracias a hombros.

- En esa fiesta supe que tenías que ser para mí. Conecté contigo desde el primer momento en que me hablaste. Siempre me has hecho perder la cabeza. -Ella no dice nada, simplemente se queda ahí sin cambiar nuestra posición. Estamos igual de colados el uno por el otro que aquel día. Sin pensarlo dos veces, me lanzo a ella. Le beso con tantas ganas, tantas, que me cuesta controlarme por no tumbarla sobre esa mesa.

-Marcos -gime ella sobre mi boca. Joder, he pensado tantas veces en cómo sería volver a escucharle gemir mi nombre...

-Shh, hay gente en casa nena- le digo tapándole la boca con la mano mientras ella asiente. Me río, sigue siendo igual de inocente con veinticuatro años. Vuelvo a su labios, estoy sediento, necesitado de ella. Presionó mis labios sobre los suyos haciéndole retroceder hasta pegar su cuerpo a la pared mientras pongo ambas manos a cada lado de su cabeza.

-Marcos. -Me separó de inmediato cuando escuchó el tono con el que pronuncia mi nombre-Perdón -me dice agachando la cabeza.

-No cielo, créeme que yo también necesitaba parar. -Ambos nos reímos, hasta que Mía rodea mi cuello con sus brazos y entierra su cabeza en él.

-Gracias.

VOLVER A TENERTE. (II)Where stories live. Discover now