Capítulo 6

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LA MIA SCHIENA CONTRO IL SUO PETTO
(Mi espalda contra su pecho)

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Era una pesadilla, decidió Annie; la caída, que pareció alargarse en el tiempo, era como un sueño. Fue como caer en un sueño. Un susto breve, manos débiles y el pecho pesado, pero en lugar de un despertar sobresaltado, su espalda tocó el agua helada, oscura como el demonio, y se hundió de prisa.

El pánico no la dejó pensar en nada. Sabía que gritó, o lo hizo al principio, y también supo que intentó aferrarse a la hierba que la rodeaba, a las raíces, e incluso al fango, pero sus dedos resbalaron... y se hundió. Apretó los labios y aguantó la respiración mientras sentía que el agua le cubría las orejas y se le metía por los oídos; sentía que estaba a metros y metros por debajo del agua. ¡Se había hundido hasta donde nadie había llegado nunca! Y ahí nadie iba a ayudarla. De ahí, nadie podría sacarla. La oscuridad iba a tragársela...

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—¿Qué está pasando? —preguntó Bianca, acercándose al estanque oscuro.

—No lo sé —respondió una chica.

Les llevó un momento darse cuenta de que una persona se ahogaba. Laura entendió que Annie no sabía nadar.

—¡Maestro Soto! —gritó al entrenador de natación.

Nadietuvo el valor de intentar rescatarla. Sintieron miedo de que, en medio delpánico, ella los hundiera y los ahogara.

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Él estaba en la entrada del comedor cuando escuchó el griterío. Al principio no le importó, pero luego oyó que llamaban a entrenador de natación y tuvo un mal presentimiento. El lago estaba a pocos metros y fue allá, corriendo. Para el momento en que llegó, ya se habían reunido un montón de persona alrededor y todos miraban, aterrados, las aguas oscuras del estanque —sólo el estanque; en la superficie ya no había nada más que estelas ocasionadas por un gran movimiento debajo del agua, y pequeñas burbujas de aire—.

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Annie sintió que algo la cogía por la cintura. Luchaba por volver a la superficie cuando su pánico se transformó en auténtico terror. ¿Qué era eso? ¡¿Qué la había capturado?! Su mente, presa del horror, ideó un monstruo acuático, ¡un demonio! Y pataleó y tragó agua cuando intentó pedir auxilio. Pero luego ese monstruo le sujetó las manos y la acercó a su pecho y... Annie dejó de luchar. No lo miró. No pudo sentir la textura de su piel, ni su calor, mucho menos lo reconoció por el olor..., pero supo que era él. Lo visualizó: alto, fuerte, bello..., confiable..., protector.

No pudo verlo, sentirlo u olerlo, pero supo que era él. Su hermano.

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Cuando Angelo logró llegar a la superficie, sintió que su hermana le clavaba las uñas en la espalda y en el brazo izquierdo, lo cual agradeció: su fuerza indicaba que sus vías respiratorias no estaban cerradas.

La abrazó con más fuerza, haciéndola sentir segura, y la sacó del lago. Tenía el pulso sumamente acelerado y se sentía un poco mareado —tal vez el susto—, aun así, no la soltó cuando llegaron a tierra. Sabía que ella y su terror no podrían mantenerse en pie. Además, no iba a dejarla ahí, frente a las personas que la hubiesen dejado ahogarse; se encaminó hacia las cabañas.

Anneliese temblaba violentamente y Angelo pensó en que ella pesaba muy poco. Pensó en que ella era muy pequeña y..., frágil.

—Angelo —el maestro Falcó lo alcanzó.

Ambrosía ©Where stories live. Discover now