Capítulo 64

96.6K 10.6K 2.2K
                                    

ROTTA
(Rota)

.

—No se vaya aún —pidió Anneliese al taxista, cuando bajaba frente a la casa de playa de la familia de Nicolas.

Se distrajo pensando en que deberían llamarla de otra manera, pues realmente no estaba cerca de la playa. Suspiró, centrándose, y cuando se disponía a llamar a la puerta, ésta se abrió un poco. Por algún motivo, Anneliese tuvo miedo; ¿por qué el muchacho había dejado la puerta abierta?

—¿Nicolas? —lo llamó, desde la entrada. No obtuvo respuesta—. ¿Nicolas? —insistió, con tono más alto.

Acá —la voz, desde la planta alta, le llegó a Anneliese como un susurro.

Ella miró sobre su hombro, despidió al taxista con un movimiento de su cabeza y entró a la casa —que ya tenía algunos muebles, pero estos aún estaban en sus envolturas plastificadas—. Mientras subía las escaleras, comenzó a imaginarse lo que se encontraría: ¿él estaría llorando? Siempre se sentía incómoda cuando la gente lloraba a su lado y, sin embargo, lo que obtuvo fue... a un joven que, aunque tenía los ojos enrojecidos por el llanto, lucía tranquilo, vistiendo únicamente unos vaqueros oscuros, sentado frente a los enormes ventanales de la terraza; al parecer, la había visto cuando llegó donde él.

—Hola —la despertó.

—Hola —ella se sintió sorprendida. Esperaba verlo... peor. Definitivamente ella estaría muy mal en su lugar, pero claro, cada quien sufría a su manera y, por lo general, los hermanos no tenían lo que Angelo y ella—. ¿Has estado aquí todo este tiempo? —se acercó a él; notó que sus ojos, además de enrojecidos, estaban hinchados.

—Sí —él se obligó a sonreír—. Quería estar solo. Por ésta época se les ocurre mencionarla mucho y... —se interrumpió y sacudió la cabeza—. Ya estoy harto de escúcheles decir que ella está en un lugar mejor. Al próximo que me lo diga, lo mando a ése lugar que parece gustarles tanto —intentó hacer una broma.

Annie se obligó a sonreír —los sentimientos negativos, que pudiera haber tenido contra él, desaparecieron instantáneamente—, pensando en que él tenía razón. ¿Qué clase de frase era «está en un lugar mejor»? ¿Por qué las personas intentaban consolar al doliente con promesas de que, su ser amado, tenía una nueva vida en algún otro sitio? Tal vez la persona no creía en el alma... O, tal vez, la idea de que él o ella, existía en algún otro sitio, lejano, inalcanzable, no era realmente ninguna clase de consuelo: igual no iba a volver a verlo nunca más. Cualquiera que fuese la interpretación dada a ésa frase, no ofrecía más que desasosiego y, analizándola, era cruel —¿un mejor lugar? ¿Podía acaso existir un mejor lugar para un hijo o hija, un hermano o hermana, un padre o una madre, que al lado de quienes lo aman y necesitan?—.

Nicolas apartó los pies, invitándola a tomar asiento cerca de él, y ella lo hizo.

—Debes extrañarla mucho —se escuchó decir—. No imagino lo difícil que pudo ser, y es, para ti.

Y el muchacho se quedó mirándola, sobrecogido: nunca alguien le había dicho algo como eso. Generalmente, las personas le daban el pésame y ánimos, ni una sola había intentado, o al menos expresado, la enorme empatía que llevaban esas palabras tan... simples.

—Sí —se escuchó decir—. Demasiado.

—¿Qué extrañas más de ella? —siguió Annie.

Y Nicolas frunció el ceño: ahí estaba de nuevo. Ella no estaba intentando apaciguarlo... ella realmente se interesaba por él.

Ambrosía ©Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang