[2.2] Capítulo 24

109K 10.1K 2.1K
                                    

L'INCONTRO
(El encuentro)

.

—¿Con quién hablas? —preguntó Jessica Petrelli, a Lorenzo, entrando al departamento en el que vivían, en Japón.

Luego de dejar a Angelo y a Annie en Francia, ellos habían hecho una última parada en Italia sólo para reunir algunas cosas —entre las que estaba incluido Haru, el pomerano blanco— necesarias para que Jessica pudiera regresar a oriente, a concluir sus estudios. Irene la había acompañado esta vez, pues la muchacha había dicho que no quería seguir en el internado.

Lorenzo también la había acompañado; él no lo decía, pero el disgusto que sentía por su madre iba a tardar tiempo en sanar: Gabriela —por órdenes del mismo Giovanni— no lo había dejado volver a Italia..., ni siquiera cuando él enfermó y entró en coma; y a Lorenzo le parecía un insulto —en su contra— quedarse en su país. ¿Con qué motivo ya? Su abuelo —su padre— ya estaba muerto y, aunque al principio pensó en volver a Irlanda —aunque a él le habría gustado quedarse en Francia, con Angelo, con Annie..., pero su primo no quería a nadie cerca y Lorenzo lo entendía: necesitaban estar solos para sanarse—, pero no había regresado al país de los duendes y hadas, pues escuchó que Meñique decía algo sobre un trabajo en Japón; al parecer, él había estado dedicándose al modelaje y... a Lorenzo le pareció un poco extraño que él encontrara trabajo fijo, en aquel país, justo cuando Jessica estaba por volver y estaría sola. ¿Qué clase de modelo trabaja en un solo país?

El pelirrojo no había tenido que pensar mucho en ello; se había marchado junto a su prima y su tía y... aunque al principio Meñique le agradaba tanto como lo había hecho en el liceo —más aún, cuando el francés lo ignoraba de manera tajante, sin dirigirle siquiera la mirada—, con el tiempo... dejó de ser sólo Meñique y comenzó a llamarse Nicolas.

Ellos tenían los mismos gustos musicales y, conforme pasaban los meses y sus encuentros se volvían más frecuentes y prolongados, habían llegado incluso a conversar; lo habían hecho una noche en que salieron los tres juntos —generalmente Nicolas recogía a Jessica cuando ella salía de la escuela y luego pasaban un buen rato en su departamento, juntos, pues ella le enseñaba a hablar japonés, pero cuando la pareja iba a salir por la noche... Lorenzo siempre tenía algo qué hacer o comprar justo en el sitio que Nicolas y Jessica visitarían— y, al encontrarse en el estacionamiento con un chico que gritaba a su novia, acordaron en que él merecía que alguien le rompiera las piernas..., pero no ellos —Lorenzo Petrelli no hacía eso cuando no tenía junto a él a Angelo y a Raimondo—, pues Nicolas y Lorenzo realmente estaban divirtiéndose esa noche..., así que únicamente le reventaron los neumáticos a su auto, con ayuda del sensatísimo Gianluca —quien sólo cooperó para evitar que las cámaras de seguridad los grabaran—.

Gianluca Kimura era un compañero de Jessica, de su curso de manga que ella tomaba por las noches —lo tomaba desde que había vuelto a Japón, con Lorenzo—. Gianluca era hijo de padre japonés y madre italiana, misma que había huido con otro hombre cuando el muchacho tenía trece años, provocando así que su padre y él se mudaran a Japón —hasta antes del abandono de su madre, la familia Kimura había estado viviendo en el centro de Roma—. La amistad de Gianluca y Jessica había comenzado por el mero hecho de que ambos eran italianos viviendo en un país extranjero —pese a los cinco años que llevaba Gianluca en Japón, aún se sentía un extranjero—, pues en carácter tenían poco en común: él era completamente introvertido y ella la extroversión en persona, pero se habían vuelto rápidamente muy cercanos: Jessica era tiernísima, divertida y sumamente fácil de querer, por su parte, Gianluca era la musa de ella. Literalmente. Jess consideraba que, físicamente, Gianluca era la combinación perfecta de Asia y Europa: alto, atractivo, delgado y atlético, de piel clara, de enormes ojos castaños y rasgados, de cabellos largos hasta por debajo de la mandíbula afilada...

Ambrosía ©Where stories live. Discover now