Capítulo 68

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IL RITUALE DI INIZIAZIONE
(El ritual de iniciación)

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Aún sin palabras, los ojos grises de Angelo pudieron decirlo todo... pero él lo había dicho.

Anneliese miró a su hermano, incrédula; a su vez, Laura la miraba a ella, y su rostro no podía mostrar más dolor: ¿Annie le había contado a su hermano algo tan delicado sobre Nicolas?

Pero Annie no había hecho eso: ella sólo le había contado que ella ya no vivía, no el cómo había muerto.

Mientras tanto, Nicolas se puso de pie y se retiró, sin decir una sola palabra; lucía algo descoordinado, parecía un autómata.

—¿Por qué le dijiste eso? —inquirió Annie, acercándose a su hermano; su rostro lucía contraído por el horror y su voz sonaba débil, era un hilo.

—¿Qué pasó? —preguntó la psicóloga, siguiendo con la mirada al francés.

Pudo verlo, a un par de metros, apoyándose contra un árbol, con su mano derecha, para luego dar una arcada, a la que siguió abundante líquido claro.

—Nico —lo llamó Jessica, acariciándole un hombro; ella lo había seguido, llena de pena.

—¿Estás bien, Nicolas? —se interesó Laura, acercándose.

—Vamos a la enfermería —la psicóloga se reunió con ellos.

—Estoy bien —atajó él, de manera ronca.

—No, no lo estás —determinó la mujer—, y no puedes quedarte así —lo cogió por un brazo—. Vamos.

El muchacho, débil, y se dejó arrastrar por ella.

—¿Qué es lo que sientes? —siguió ella, mientras andaban.

—Sólo tuve un mareo —mintió.

O al menos eso fue lo que Jessica alcanzó a escuchar; la animadora y ella se quedaron atrás.

—Angelo es un idiota —espetó Laura a la otra.

Jessica no respondió; se pasó la lengua por los labios y se encaminó a su cabaña, donde se encontró con Annie sentada en su litera, y cuando la miró a los ojos, cuando sus ojos azules se cruzaron con los de ella, hizo un puchero...

—Lo siento —le dijo—. Lo siento mucho.

Jess, acalambrada por dentro, no fue capaz de poner un orden a sus pensamientos. Nicolas, Angelo... Annie. Se centró en su prima, a quien ya estaba habituándose a ver llorar y pidiendo disculpas, siempre.

* * *

Nicolas Mazet volvió a su cabaña pasada la media noche. No le habían permitido dejar la enfermería antes, pero ya que él insistía tanto y parecía estar mejor, le dejaron volver... Lo que no esperaba él, era que el entrenador de soccer lo acompañaría.

Y al entrar, apenas recorrer el lugar con la mirada, pudo ver a Angelo Petrelli recostado en su litera, en la parte baja, con los ojos cerrados. Se preguntó si estaba dormido, pero... eso no importaba demasiado: el entrenador de soccer estaba ahí y también Raimondo y Lorenzo.

Los dos últimos estaban sentados en la cama contigua a la de Angelo, jugando cartas... o al menos eso parecía. Nicolas entendió rápidamente el propósito de su desvelo: ellos no iban a permitir que se acercara a Angelo. Lo sabía. Lo había entendido apenas verlos, pero...fue la mirada en los ojos color ámbar, de Raimondo, siguiéndolo en la oscuridad, cuidando de sus movimientos, la que se lo confirmó.

Ambrosía ©Where stories live. Discover now