CAPÍTULO SIETE

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POR FAVOR, NO ROMPAS MI CORAZÓN




—¡Que los cumplas, feliz! ¡Que los cumplaaaas feeeeeeliiiiizzz! ¡Queee loos cumplaaas, Isaaaabeeeela! ¡Queee los cumplaaaas feeeelizzzzz!

Aplaudimos todos una que terminamos de cantarle el cumpleaños a mi amiga, mientras que una enorme torta de dos pisos —hecha por mi, de más está decir—, decorada con vibradores y calculadoras y números —si, una mezcla rara para una torta, idea de Dante—, que a Isa le encanto.

La bengala ilumina sus ojitos celestes mientras que una enorme sonrisa amenaza con partir su rostro a la mitad.

—No te olvides de pedir un deseo —apremia Dante, incitándola a que cierre los ojos y lo haga.

Isa mira la vela que tiene delante, cerrando los ojos unos cuantos segundos, no me pasa por alto como la veo tragar saliva con dificultad, antes de volver a abrir los ojos y apagar la pequeña llama.

Todos aplaudimos, mientras nos acercamos a felicitarla, Isabella agradece los regalos y cuando me toca a mi, la abrazo y le susurro al oído: —Mi regalo lo recibes el lunes.

—¿Qué es? —Pregunta, por supuesto.

—La mejor sorpresa de tu vida —es todo lo que respondo.

Y nada más escucharme decir aquello, me apretuja más fuerte y aunque no se si vaya a aceptar la idea que tengo en mente, no pierdo nada con intentar.

Gente que siquiera conocemos comienzan a saludar a Isabella y me doy cuenta también que el lugar poco a poco comienza a llenarse cada vez más.

La música suena a todo lo que da y cuando quiero darme cuenta, una bandeja llena de tequila llega a nuestra mesa, donde todos —menos Mika, quien es el conductor designado—, bebemos de un solo tirón.

Las risas, los bailes y la música terminan transportándonos a todos al medio de la pista que se armó en el lugar. Las luces de neón de todos colores hacen que nuestra ropa brille, mientras que Isa se pega a mi, meneando sus caderas.

Estamos bailando frente a nuestra mesa y puedo sentir la mirada de Dean clavada en mi, sin embargo no se acerca e imagino que es porque los poderosos brazos de Mika están envueltos a mi alrededor, pegando mi espalda a su pecho mientras menea las caderas al ritmo de la música y para qué negarlo, que el condenado es un excelente bailarín.

De repente Dante me arranca de los brazos de Mika —quien me deja ir a rasga dientes—, y si creía que Mika bailaba bien, bueno, eso es porque no había visto a Dante bailar en su máxima expresión, en serio, que de repente es el dueño de la pista y cuando quiero darme cuenta, sus manos están paseándose por mis costados, mientras hace un perreo intenso que me hace descostillar de la risa.

Cuando se vuelve a girar, pareciera que sus pasos están ensayados, porque la gente se abre en círculo a su alrededor, vitoreándolo e incitándolo a más, el trasero de Dante parece tener vida propia, ojala pudieran verlo, pero lo que más me hace reír es su seriedad ensayada, que pareciera que está en un concurso de baile y no en el cumpleaños de su prima.

Cuando termina de bailar la canción de reggaetón que sonaba, todos lo aplauden y el hace una inclinación, pero es que Dante es un personaje de película, les juro.

La vejiga comienza a presionarme, es por eso que decido que iré al baño y luego de una fila interminable, donde terminó haciendo malabares para no tocar nada del pequeño cuadrado que es el baño ya que me da muchísimo asco, porque si, esta toda la tapa del retrete orinada, lavo mis manos, acomodo mi maquillaje —aunque no lo hago muy bien ya que estoy un poco ebria—, y hago mi camino nuevamente donde se encuentran mis amigos.

Pecado con sabor a caramelo. LIBRO 2Where stories live. Discover now