CAPÍTULO VEINTITRÉS

58.9K 5.1K 6.1K
                                    

PUEDO VER TU HALO



—Saca un poco más de pecho.

—¿Cómo se supone que haga eso?

—Que estas como para adentro —instruye mi amiga—, estas encorvada —agrega y mis ojos, todavía medio llorosos, se clavan en los suyos. —Mierda, carajo, no —balbucea rápidamente, haciendo que mi entrecejo se frunza. —Mira, que pareces una viejita, toda encorvada.

—No estoy toda encorvada —me quejo.

—Si lo estás —agrega. —Parece que tuvieras las tetas por las caderas, anda, espalda recta.

Medio refunfuñando hago lo que me dice, sintiéndome bastante estúpida en el proceso, pero ya que, se supone que la experta es ella.

—Mira —dice, después de un momento—, las separaciones siempre son varias etapas...

—¿Qué quiere decir eso?

—Quiere decir que pasarás por diferentes etapas con tu... —parece pensarlo unos instantes, antes de agregar:—, reciente separación.

Cinco días.

Cuatro horas.

Treinta y cinco segundos.

En todo ese tiempo no he sabido nada de él.

—Se supone que debo cortar mi cabello —murmuro. —Eso es lo que decía en el tiktok que vi sobre cómo superar una separación.

¿Que como mi para ti sabía que mostrarme? Cosa de algoritmos. 

—¿Ves Tiktoks sobre ello?

—Si —confieso, deteniéndome en una vidriera de libros, buscando uno bueno.

En lo posible erótico.

Y si tiene una pizca de dominación no me quejo.

Con diferencias económicas.

Él muy, muy importante.

Ella medio torpe, pero buena gente.

Que terminen juntos, claro.

No he leído una sola historia de ese tipo que termine mal.

—No vas a cortarte el cabello —insistió Isa.

La mire con mala cara, por lo que repitió:

—No vas a cortarte el cabello.

—Es lo que decía el tiktok que había que hacer.

—¡Ibas a parecerte a Edna Moda con el corte que querías hacerte! —Dice, un poco frustrada.

—No iba a parecerme a Edna Moda —me quejo. —Y en todo caso, ella es la hostia.

Los ojos de Isa se entrecierran en mi dirección, exasperados, pero lo ignoro, mirando un libro que se ve bien, parece ser lo que busco, entraré a la librería a comprarlo y me encerraré en mi pequeña habitación en casa de Pierce a leer.

—¿Dónde vas? —Pregunta Isa, tomándome del brazo para detenerme.

—A comprarme un libro —murmuro.

—No puedes.

—¿Por qué no puedo?

—Por que eres pobre.

Joder, tiene razón.

—Y todavía tenemos que comprar ropa interior.

—¿Por qué tenemos que comprar ropa interior?

Pecado con sabor a caramelo. LIBRO 2Where stories live. Discover now