CAPÍTULO QUINCE (PTE DOS)

81.2K 5.5K 5.9K
                                    

AL CHOCHO LE DIERON PARA QUE TENGA Y PARA QUE GUARDE

(Denle play a la música y disfruten de la lectura 🔥)

—Anda, no te duermas... —murmura Dean, pero es que a mi me entra la modorra luego de los orgasmos.

Si ya saben como soy, porque se quejan.

—Meh —murmuro.

—¿Meh? —Pregunta él, aunque puedo sentir la sonrisa en su voz. —¿Tienes idea siquiera de lo que me falta aún hacerte?

Eso sí que llama mi atención, es por eso que abro solo uno de mis ojos para mirarlo.

—¿Me vas a torturar? —Pregunto.

—Te encanta que te torture —rebate él.

Y tiene razón.

—Meh... —respondo de nuevo y si no tuviera las manos atadas, me acurrucaría.

—Con que meh, ha —murmura él.

Los besos que comienza a dejar por mi piel simplemente son relajantes, su lengua barre despacio primero mis hombros, luego llegando a mi cuello, su lengua acaricia todo tan lentamente, suave.

Medio gimo, medio ronroneo, a medida que llega a mi oído, donde sus dientes pellizcan mi piel.

La palma de su mano extendida abarca prácticamente toda mi parte delantera, sus dedos casi me rozan y aquello obviamente me enciende.

Su dedo índice llega a mi entrepierna, donde se pasea rápidamente y yo me arqueo, porque todavía estoy sensible ahí, que acabo de venirme, que necesito un momento, pero Dean simplemente no me lo da.

Sus besos me siguen torturando, mientras poco a poco termina llegando a mi boca, mordisqueando mis labios antes de meterme la lengua dentro, un suspiro siendo ahogado en su labios.

Su dedo, ese único y pecaminoso dedo, se mete dentro mío, arqueándose dentro y llegando a un lugar que..., por todos los cielos, nadie te prepara para esto y cuando quiero darme cuenta, estoy retorciéndome nuevamente bajo sus caricias.

Dean se apoya con uno de sus brazos para estar un poco más sobre su altura, observando allí donde su dedo desaparece.

—¿Voy a tener que atar nuevamente tus piernas? —Amenaza y yo automáticamente abro las piernas de par en par. —Bien hecho —apremia.

La humedad de mi venida ayuda a los movimientos anteriores, de todas maneras no puedo negar la forma en la que me estoy excitando ahora.

El dedo de Dean, ese que antes estaba dentro mío, ahora se pasea en una lenta caricia por mi vientre, para luego pasar por uno de mis pezones, haciéndome sentir la humedad que hay en él.

—Abre la boca —indica. —Chupa mi dedo, Minerva —susurra en mi oído.

Y yo lo hago, obedezco cuando mete su dedo dentro de mi boca, lo chupo con avidez, con ganas, como si en realidad estuviera chupando su polla, que por cierto me muero por hacerlo.

¿Por qué todavía tiene toda su ropa puesta?

Dean se incorpora, descendiendo un poco hasta que está a la altura de mi chocho y cuando mis ojos se clavan en los suyos, murmura: —¿Estás bien?

—Si —respondo.

—Bien —dice, poniendo una de mis piernas por sobre las suyas para abrirme.

Es que lo que este hombre me hace, Dios santo.

Su ceño se frunce mientras me observa, antes de que con una de sus manos, abra mis labios vaginales y con la otra, me toque.

Pecado con sabor a caramelo. LIBRO 2Where stories live. Discover now