CAPÍTULO OCHO

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ENTRE PROMESAS, BESOS ROBADOS Y LLAMADAS DE APAREAMIENTO



Volver con el resto del grupo fue raro del carajo.

El camino de regreso fue como caminar a través de una alfombra de vergüenza.

Pecaminosa vergüenza.

Pero que bien se sintió.

Que anda, que me toquetee con Dean en un rincón oscuro como de Mordor.

El rostro de él luce inmutable, como si nada hubiera pasado, sin embargo yo...

—Luces como recién follada —la voz de Tatiana llama la atención de todos, mientras ella se empina un vaso de whiskey así como si nada.

Mis mejillas deben estar sonrojadas, mientras que Dean me da un pequeño empujoncito para que termine de acercarme a todos, que por suerte la mayoría lucen ebrios —incluida Tatiana— y no se percataron de lo que ella acaba de decir.

O por lo menos eso creía...

—¿Cómo que recién follada? —Dice Isa, a voz de grito. Ay por el señor. —Si no te has depilado la panocha.

—Por Dios Isa —digo, cerrando los ojos con fuerza por el bochorno. —Cierra la puta boca.

—Pero... —intenta refutar ella, sin embargo pienso en algo rápido para distraerla.

—Mira, el policía —y ella, como si de un resorte se tratara, se gira para observar por todo el bar.

—¿Cuándo? ¿Cómo? ¿Dónde? —Y luego, observándome con verdadero pánico en su rostro, agrega: —Joder, que no me he depilado la panocha.

Y si, todos la pudieron escuchar, incluidos los que no están en el grupo, riendo en el proceso.

—¿Cuánto has bebido? —Pregunto, tomando mi trago olvidado en la mesa, sin embargo cuando estoy a punto de agarrarlo, Mika lo corre, alejándolo de mí. —Hey... —me quejo.

—Eso ya esta feo —dice él, observándome con los ojos entrecerrados. —Vamos a por otro —murmura.

—Pero... —intento quejarme, de todas maneras me toma del brazo para hacerme avanzar.

Sin embargo no es muy lejos donde llego, porque otra mano se cierra en torno a mi otro brazo.

Ay no...

—¿Acaso le preguntaste si quería ir? —Pregunta Dean, sin soltarme y sin dejar de mirar a Mika.

—¿Acaso ella dijo que no quería? —Pregunta Mika en respuesta.

—No lo sé —murmura Dean, la mirada enojada. —Tal vez si malditamente le preguntaras —sisea.

—Estoy muy seguro de que Minerva puede valerse por sí misma —es todo lo que dice Mika en respuesta y acercándose un paso a Dean, agrega: —Mi chica sabe decir lo que quiere.

—¿Tu chica? —Pregunta Dean con una carcajada amarga.

Estoy segura que está a punto de largar que me follo con los dedos hace nada.

Alaverga, momento de actuar.

—Yo creo... —comienzo diciendo, clavando mis ojos en Mika—, que tu deberías adelantarte a la barra —y cuando veo que va a protestar, agrego: —Como ahora, que hay un mundo de gente, que no quieres que espere mucho por mi bebida, ¿verdad?

Mika clava sus ojos en los míos, mientras que con la mirada trato de decirle algo así como: «No es momento de que actúes como novio celoso»

Pecado con sabor a caramelo. LIBRO 2Where stories live. Discover now