CAPÍTULO VEINTE

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ESTOY CONTIGO



PIERCE


Observo los números que aparecen en la pantalla de mi computadora, de todas maneras sigo, como desde hace horas, sin siquiera poder concentrarme en nada, ni con el trabajo.

Y eso nunca me había pasado.

Suspiro, cerrando los ojos con fuerza cuando el inminente dolor de cabeza que tengo se intensifica, de todas maneras la paz en la que intento sumirme termina demasiado pronto.

La puerta suena con tres ligeros golpes y sin que siquiera haya hablado, ya sé de quién se trata.

—Adelante —murmuro.

—Señor Greco —dice Katherine, adentrándose en la oficina y no hace falta que diga nada, por su actitud ya sé que viene con quejas.

Siempre viene con quejas.

—¿Qué pasa, Katherine? —Pregunto sin rodeos, volviendo a teclear en el computador, aunque en realidad no hago nada, solo tecleo cualquier cosa para que parezca que estoy ocupado.

—Es Isabella, Pierce —dice, sonando sospechosamente tranquila.

Pero es que desde que volví, las peleas entre ellas no han cesado, y se que un día de estos van a terminar matándose.

—¿Qué sucedió ahora? —Pregunto, cansado por esta situación que se me hace hasta infantil.

—Debes hablar con ella —insiste, como viene haciéndolo desde que llegué, hace casi una semana. —Está resultando imposible trabajar con ella.

—¿Por qué, exactamente? —Pregunto con calma.

—Llega a cualquier horario y no avisa, Pierce —se queja la encargada del restaurante. —Entiendo que sus exámenes finales terminaron, no veo porqué seguir llegando a cualquier hora.

—Está bien —respondo al final, con un suspiro más cansado que el anterior—, hablaré con ella.

—Espero que pueda ser cuanto antes —dice en un murmuro al final.

Mi mirada se entrecierra en su dirección, molesta, porque si bien Katherine es una de las mejores encargadas que he tenido en mi vida abriendo restaurantes, hay veces en las que olvida cual es su lugar aquí y que soy yo el dueño de todo esto.

Katherine parece entender que se ha pasado un poco de la raya con sus exigencias, es por eso que termina asintiendo y despidiéndose rápidamente y saliendo por fin de mi oficina sin decir nada más.

Mi teléfono vibra encima de la mesada y cuando lo tomo, me percato de que es un mensaje de Dean.


Dean Ross:

Lun 2 mar 14:30 pm

Pierce, ¿crees que podamos vernos esta tarde? Necesito hablar contigo.


Antes de que pueda responder nada, otro mensaje, también de Dean, llega.


Dean Ross:

Lun 2 mar 14:31 pm

¿Sabes que? No es como si te preguntara, me lo debes. 

Nos vemos en el bar de siempre.


Yo:

Pecado con sabor a caramelo. LIBRO 2Where stories live. Discover now