CAPÍTULO TREINTA Y UNO

54K 5.3K 6.3K
                                    

ESTO ES PARA QUE SIGA EL FIESTON, ES PARA SEGUIRLE BORRACHOTE Y LOCOCHON


Cuando me despierto a la mañana siguiente no sé dónde estoy.

Lo primero que hago es tocarme el cuerpo, cerciorándome de estar vestida y con todas las partes de mi cuerpo juntas.

No estoy al completo vestida, pero llevo la ropa interior puesta.

Un rayo de sol golpea mi rostro y la cruda que llevo no se cura con nada, pero me aguanto, porque nadie me obligó a beber todo lo que bebí anoche.

Alguien a mi lado ronca y cuando me giro veo que es Isa.

—Isa —digo, estirando mi brazo para golpearle la frente.

Refunfuña, pero no se mueve.

—Isa —insisto de nuevo y golpeo con más fuerza.

Sus ojos se abren, confusos, mirando a su alrededor, luego nuevamente a mi.

—¿Quién eres? —Pregunta, la muy idiota.

—No seas estúpida —me quejo, sentándome. —¿Qué demonios pasó anoche?

Mi amiga me imita, tiene tanto los ojos como los labios hinchados, el cabello todo enredado y parece cualquier cosa con el maquillaje todo corrido.

Estoy segura de que me veo mucho peor.

—Perdí la memoria luego del quinto mojito.

—Joder, Isa —me quejo, cerrando los ojos.

Aquello solo empeora mi jaqueca, asique los abro, ya que creo que todavía estoy un poco ebria. 

—Recuerdo hasta que te subiste a la barra ha perrear unas mañanitas.

—¡La que hizo eso fuiste tu! —Me quejo.

—No estaba segura de haber sido yo —murmura ella, pero se ríe. —Pero quien se le lanzó al mariachi, si fuiste tu.

—No lo hice —me vuelvo a quejar. —Esa también fuiste tu.

—Es que me pareció sentir el chocho palpitar —se queja.

—Isabella, que te palpitaba el chocho por las sacudidas del toro mecánico —digo, exasperada.

—Es verdad —sonríe ella, orgullosa.

Anoche, luego de volver del mirador, Isabella dijo que era demasiada mierda triste, que teníamos que hacer algo para animar nuestras vacaciones y yo estuve de acuerdo con ello.

Nos cambiamos y deje que Isabella me maquillara con la excusa de que yo no sabía hacerlo, lo cual por cierto es verdad y luego caminamos hasta un mexicano que había cerca.

Nada más entrar nos recibieron con un chupito de tequila que bebimos gustosas, porque en ese lugar así te daban la bienvenida.

Luego tomamos dos cervezas.

Luego vinieron unos mariachis a cantarnos a la mesa mientras degustábamos unos tacos exquisitos.

Luego nos incitaron los mismos mariachis a tomar más tequila.

Dijimos que sí, por supuesto, no se le dice que no a un mariachi.

Pero luego ellos se fueron y a nosotras como que nos gusto el tequila.

Pedimos dos chupitos más y ahí ya estábamos por demás animadas.

Hablamos de todo y nada al mismo tiempo.

Pecado con sabor a caramelo. LIBRO 2Where stories live. Discover now